Estamos ante unas nuevas elecciones y las carencias del injusto sistema electoral español, ponen de relieve la baja calidad democrática que aqueja a las instituciones de nuestro País.
Las restricciones impuestas, para la presentación de candidaturas, a las organizaciones políticas no parlamentarias, a las que se les exigen requisitos que no se piden a las otras, en una clara quiebra del principio de igualdad, y los privilegios concedidos a los grandes partidos, y a otros no tan grandes pero igualmente aferrados al poder, no tienen un pase en una democracia avanzada del siglo XXI.