La reciente tragedia sufrida por gran parte de los municipios de la Provincia de Valencia y zonas limítrofes, ocasionada por las inundaciones a consecuencia del fenómeno meteorológico denominado DANA, pone de manifiesto la inutilidad e inoperatividad del Estado de las autonomías, que es la consecuencia del Régimen instaurado por la Constitución de 1978.

La estructura institucional elefantiásica e híper burocratizada a la que ha degenerado el Estado español, con cuatro niveles administrativos: municipal, provincial, autonómico y estatal, a cada cual más corrupto e ineficaz, no sirve para atender las demandas de una administración moderna, simplificada y operativa que los españoles necesitan para desenvolverse con seguridad y que sus expectativas de vivir en un país del llamado primer mundo, que contribuyen a mantener con su esfuerzo fiscal, se vean satisfechas.

El Estado español está siendo devorado por sus propios beneficiarios, que no son otros que la casta política corrupta integrada por una marea de mediocres, golfos y apesebrados que parasitan las cada vez más exiguas arcas públicas nutridas por créditos de la banca, ayudas a devolver procedentes de la Unión Europea y el cada vez más amplio catálogo de impuestos, que asfixian a los españoles y estrangulan nuestro tejido productivo tradicional. Todo ello se ha convertido en un lucrativo negocio para políticos de medio pelo, periodistas lustrabotas, enchufados que quieren pasar, y pasan, por funcionarios de carrera enquistados cual metástasis incurable en el cuerpo jurídico-administrativo del Estado en cualquiera de sus formas.

Cada vez son más las situaciones cotidianas en las que los españoles experimentan en carne propia la dejación de funciones por parte de las instituciones y servicios públicos. Desde el atomizado servicio nacional de salud a la educación pública en todos sus niveles, la desesperante lentitud de la administración de justicia, el colapso de los servicios sociales o la pérdida de seguridad en las calles sin el amparo de unas fuerzas de orden público desbordadas por su falta de financiación y a las órdenes de políticos corruptos.

Cuando la gravedad de las situaciones obliga a ello, los españoles hemos aprendido que sólo nos vale la autoayuda y  la autodefensa porque somos conscientes que nada podemos esperar de quienes, en vez de cumplir con su deber, sólo van a lo suyo y, lejos de socorrernos, tratan de manipularnos y engañarnos para sacar rédito político de todo, sin el más mínimo escrúpulo ni detenerse ante el sufrimiento del pueblo. Toca ya identificar el problema, ponerse manos a la obra  y acometer la ingente tarea de la reconstrucción nacional, que pasa por la sustitución del nefasto Estado de las autonomías del 78 y todos los zánganos que de él viven, por una verdadera herramienta que sirva al bienestar de los españoles, garantice la unidad nacional así como el progreso económico, la seguridad en nuestras calles y el buen funcionamiento de los servicios públicos.

Los falangistas sabemos que los trabajadores no podemos permitirnos el lujo de no tener Patria y nuestros compatriotas están experimentando en carne propia que sólo el pueblo salva al pueblo.

Antonio Pérez Bencomo,

Secretario General de Falange Auténtica