Estamos ante unas nuevas elecciones y las carencias del injusto sistema electoral español, ponen de relieve la baja calidad democrática que aqueja a las instituciones de nuestro País.
Las restricciones impuestas, para la presentación de candidaturas, a las organizaciones políticas no parlamentarias, a las que se les exigen requisitos que no se piden a las otras, en una clara quiebra del principio de igualdad, y los privilegios concedidos a los grandes partidos, y a otros no tan grandes pero igualmente aferrados al poder, no tienen un pase en una democracia avanzada del siglo XXI.
A eso hay que añadir la desigualdad para exponer los programas de las fuerzas políticas concurrentes, a la hora de hacerlo en los medios de prensa públicos, propiedad de todos los españoles y pagados con el dinero de éstos, porque se prima la ventaja de estar presente en el Parlamento frente a quienes no lo consiguieron en la pasada legislatura.
Pero lo más injusto en nuestra opinión, es la financiación pública de las formaciones políticas mayoritarias, con el dinero de todos que debería estar dedicado a fines de mayor utilidad social, lo que constituye un saqueo de los recursos del Estado, tan necesarios en estos momento para paliar la desesperada situación económica que sufren muchos españoles.
Creemos que los partidos deben autofinanciarse y que son sus afiliados y simpatizantes los únicos que deben soportar el mantenimiento económico de los mismos.
Mientras asuntos como este no se resuelvan de una manera justa, la democracia española seguirá secuestrada por una casta política cuyo apego al poder le impide obrar en favor del bien común.
Níquel