Casi se me saltan las lágrimas al ver a José María Aznar hablando en el anfiteatro de las cámaras de los Estados unidos de América.

No me emocione por la grandeza y el reconocimiento que ese gesto supone para España. Mi llanto era más bien en recuerdo de ese comandante de la Guardia Civil que ha pagado con su vida ese momento de gloria de nuestro presidente, muriendo casi simultáneamente a la actuación estelar de Aznar en Washington.

Lastima que para que un español salga a hablar en la tribuna de oradores de los USA, sea necesaria la muerte de varios de nuestros compatriotas en una guerra injusta e ilegítima. El papel de Aznar, nada más allá del que haría cualquier gobernador de provincia invitado por sus hermanos mayores a una de sus reuniones, no vale la pena, no vale la vida de nuestros hermanos, no vale el desprestigio de toda una nación que actúa como perro fiel del imperio encabezado por el Sr. Bush.

Señor Aznar, sea coherente y solicite la nacionalidad estadounidense, en su caso es probable que olviden ese aspecto suyo de mejicano y le hagan el favor de darle un pasaporte norteamericano, para que vaya por el mundo explicando que la libertad se consigue con guerras preventivas y con tanques de gatillo rapido.

Talio

Carod Rovira es el entusiasta del catalanismo radical, el fundador de de lo que el llama "la Cataluña nacional", el no va más entre los sucesores de Prat de la Riba. Carod Rovira se ha creido su propio cuento, y lo primero que hizo como "primer ministro" de la nueva Cataluña ha sido suplicar al terrorismo etarra, el que nos ha acojonado a todos los españoles durante los últimos treinta años, que deje a Cataluña libre de sangre.

Para Carod España no existe. Carod participa en mil causas solidarias, pero que el terror que le pilla más cercano no traspase nunca su territorio, o su ensoñación, para ser más exacto.

El problema es que le han cogido con las manos en la masa, en una deslealtas no exenta de la chuleria: deslealtad al presidente que le nombró consejero y que no autorizó esos contactos con el terrorismo, y a la sociedad tanto de Cartaluña como del resto de España que ha sufrido en sus carnes el azote etarra. Carod se ha confundido demasiado pronto, y ha ignorado, una vez más, que existe una opinión pública española que no acepta sus payasadas, por mucho que él se empeñe en que lo suyo no va más allá del Ebro.

La factura que ha pagado por el dislate ha sido pobre, ambigüa, leguleya. Los españoles, esa opinión pública despreciada por Carod, tenemos la palabra el 14 de Marzo.

Litio