por Eduardo López Pascual    

La palabra Talibán que además de su traducción semántica, que sería la de “estudiante radical del Corán”, tendría otra mucho más libre pero muy comprensible, se ha convertido gracias a la militante y perversa actitud de los afganos más intransigentes, en un término o voz puramente equiparable a la de intolerante, anti democrática y violenta respuesta a quienes no piensan como ellos. Ser un “talibán”, en el lenguaje político de todo el mundo es sinónimo de extremista, de ultra – en su sentido más negativo-, por lo que todo aquel que se comporte bajo esta realidad de exageración y violencia, aunque sea verbal, aparece ya en la vida social como un elemento peligroso con el que hay que tomar algunas medidas de orden legal y democrático.

Miren: gestos, ademanes y actitudes como las que haría el Talibán más furioso, vienen apareciendo con demasiada frecuencia por todo nuestro territorio nacional. Actitudes completamente propias de esta clase de personas, verdaderas ejemplos de opresión y negación democrática, se están viviendo en entre los españoles del siglo veintiuno, en una estampa que ya creíamos felizmente superada; pero no es así, hay quienes desde las habitaciones del Gobierno se empeñan en mantener y aun aumentar cualquier acto que suponga silenciar, manipular, mentir, o todavía más, crear momentos y espacios para la opresión civil, la beligerancia cívica, la persecución despiadada a gentes, símbolos y testimonios que ellos, los talibanes, no hayan apadrinado.

La misa del Valle de los Caídos se celebra en la puerta debido al cierre del recinto

El Valle de los Caídos.

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por Francisco Ortiz Lozano

Día tras día las noticias nos van dejando pasmados con las continuas ocurrencias o, mejor dicho, gilipolleces del progreserío feminista y nazionalista. Y siempre aclararé que no digo “los catalanes” o “los vascos”, generalizando, como hacen casi todos los contertulios televisivos, sean de derechas o de izquierdas, pues los vascos y los catalanes, como todo el mundo, son gente estupenda, normal y corriente. Me refiero a los del feminismo radical y a los nacionalistas secesionistas”, que ésos ya son otra cosa.

No tenemos posibilidad de contestarles en el “gran debate de los medios” y otras veces nos lo impiden las risotadas que nos pegamos ante tantas mamarrachadas, muchas de las cuales no deberían causarnos risa porque ya rayan en la dramática destrucción de nuestra sociedad y de una patria que lleva dos mil años dejándonos patrimonio espiritual, artístico, histórico, social, político, científico, civilizador, literario, poético...

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Lo penúltimo es lo del nazionalista del PNV, Ioseba Egibar, quien ha declarado que llevar la copa de campeones del mundo de fútbol al País Vasco es “una provocación”. Solamente el PSOE y el PP vascos han recibido a los tres futbolistas de la Selección que llevaban la Copa (uno de ellos, Xabi Alonso, que habló en vascuence, como buen vasco que es, además de buen español, buena gente y campeón del mundo). No debe extrañarnos que Egibar diga que llevar la Copa del Mundo al País Vasco para que puedan admirarla los vascos de buena fe sea una provocación, ya que este mismo individuo considera que el resto de los españoles no vascos somos extranjeros allí y además fue él quien definió a los etarras como “unos chicos” a los que había que comprender y sobrellevar. Valiente fichaje. Así, así, son los del PNV, gracias a los cuales Zapatero ha podido sacar su Presupuesto adelante a cambio de unos cientos de millones de euros para otras gilipolleces ombliguistas, y aunque todos los demás partidos, esta vez, votaran en contra de ZP. También el gobierno del PP de Aznar se apoyó en el PNV para gobernar. Si es que estamos apañados...

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por Eduardo López Pascual

Por supuesto que nos diferenciamos del resto de Europa o por lo menos de Francia, tan cercana y distante. Cuando muchos se afanan en que nos parezcamos cada vez más al resto de los países europeos de nuestro entorno, hete aquí que en materia de reivindicaciones sociales actuamos de forma distinta a la de nuestros compañeros trabajadores franceses y de sus sindicatos. La pugna que éstos mantienen contra el gobierno conservador del Presidente Sarkozy, no encuentra –ni aunque los frían-, coincidencia en sus homólogos españoles en esa batalla abierta contra el retraso en la edad de jubilación de los sesenta a los sesenta y dos años.

Manifestaciones en Francia

Las nueve huelgas, varias de ellas generales, con que los trabajadores franceses se han opuesto a las políticas neoliberales del gobierno galo, han llenado de protesta a todo el territorio de la nación vecina y hasta los estudiantes se han manifestado junto a los obreros contra unas disposiciones que estiman injustas e indiscriminadas, llenando calles y plazas de lucha reivindicativa.

Se calcula que un setenta por ciento de la población francesa rechaza una ley que aumenta en dos años el computo del trabajo, que en pura lógica frenará la entrada al mundo laboral de los más jóvenes, exigirá cotizar más y no se incentivará la incorporación al mercado de trabajo...

Millones de franceses muestran su oposición a las injustas políticas neoliberales que atentan contra los derechos sociales, mientras en España los sindicatos “mayoritarios” subvencionados hasta dar vergüenza, no mueven ni un cartelón de protesta. ¿Qué ocurre en nuestra nación desnortada, amaestrada por el gobierno falaz y neoliberal de Zapatero? ¿Cómo es posible que aquí, donde la edad de jubilación está en los sesenta y cinco años y se pretende que llegue a los sesenta y siete, ningún sindicato mayoritario haya tomado la bandera de la lucha ante decisiones de este tipo? No queda más que la sensación de que nuestros sindicatos mayoritarios, están vendidos al poder doctrinario e ideológico de la Moncloa.

Naturalmente, la gente aquí, en España, no es analfabeta y sabe que es precisamente la dependencia que tienen con el Gobierno lo que paraliza a los sindicatos UGT y CCOO, todos los días perdiendo credibilidad y afiliados; que es la mamandurria que reciben lo que les impide estar en la calle,  apoyando las reivindicaciones de sus compañeros europeos. Pero esto es España, donde ya no se sabe cuales son los nuestros.  Claro que no hay que ser un sabio para comprender que los nuevos factores de demografía e inmigración, suponen tener que revisar algunos parámetros económicos y sociales, pero eso se habla con los interesados, los trabajadores, llegando a acuerdos tan fáciles y tan positivos como por ejemplo, dejar libre la edad de jubilación, una vez cumplido su ciclo laboral, pero no una imposición que sólo beneficia a los de siempre.

Francia-España, una fotografía donde se refleja, de verdad, la diferencia entre una nación con alma, con criterio, con libertad y una sociedad domesticada a través de unos sindicatos, UGT-CCOO, que no se atreven a decir basta a la estafa de unos gobernantes traidores a la gente que trabaja.

por Eduardo López Pascual

Tras analizar las últimas medidas socioeconómicas del Gobierno socialista, no acierto a entender si el mundo ha cambiado de arriba abajo o si soy yo el que soy incapaz de entender nada. De la noche a la mañana, el PSOE actúa contra su presunta ortodoxia socialdemócrata, aunque la practiquen de forma leve, poniendo sobre la mesa un paquete de medidas neoliberales es decir puramente capitalistas.

Con la venta de lo poco que nos queda como patrimonio de todos los españoles: el 49 % de AENA, 30 % de Loterías del Estado, los aeropuertos de Madrid-Barajas y Barcelona-El Prat siguen la senda que en otras circunstancias transitaron Felipe González José-María Aznar, obligados, dicen, por la grave crisis en la que han sumido a España con su nefasta gestión y su sectarismo, llegando incluso a anunciar la retirada de los 426 euros con que el Estado ayuda a los parados de larga duración, para regocijo de los liberales que ya aplauden hasta con las orejas.

La crisis económica

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por Juan Francisco González Tejada

 

Ayer cuando me metí en la cama y mientras me rendía al sueño, estaba escuchando la radio. En la emisora que tenía sintonizada, se ocupaban de los temas deportivos. El comentarista narraba con pasión el acto de la entrega de los premios Príncipe de Asturias y ponía énfasis en la actitud de Vicente del Bosque que saltándose el protocolo (cuestión está según la narración, constatada con la organización), protagonizó uno hecho que pone de relieve la virtud personal de este hombre tranquilo, de este entrenador poco bullicioso, de esta persona que mientras más discreción muestra, mayor es la fortaleza que desprende. Del Bosque no quiso ser tampoco en este caso, el protagonista de una escena que había sido diseñada para él, con rigurosa exclusividad. Este hombre, hecho de una solidez humana inquebrantable, renunció a la gloria que le habían reservado y lejos de alimentar su ego con profusión, puso sus ojos en otros, quiso compartir, hacer de su triunfo no la proyección de su persona, sino el homenaje a la cadena de trabajo, de esfuerzo que requiere el llegar donde ha llegado nuestro equipo nacional de fútbol. Y fuera de lo marcado por el guión, salió para llamar a Luis Aragonés, su predecesor en el cargo, y compartir el premio.

Vicente del Bosque

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