Que nadie se escandalice si digo que la democracia no existe; no existe al menos en el sentido clásico, tradicional, griego; no hay, por tanto, poder del pueblo. Cada cuatro años se nos dá la posibilidad de remover de su puesto a los dirigentes y elegir quienes serán los encargados de atender los teléfonos que llamen de Alemania, Bruselas o EEUU (tampoco esto, lo sabemos, es del todo cierto pues obtenidos los votos pactaremos con el diablo si es necesario para alcanzar mayorías extrañas que los sufragios nos negaron y que nos permitan perpetuarnos, sin necesidad de modificar cartas magnas al uso de cualquier cacique o "cacica" hispanoamericano).
Lo que hoy rige se llama "Mercadocracia". El poder se halla en manos de los Mercados, las grandes transnacionales, las oligarquías bancarias (innecesario dar nombres). Lo gravísimo de todo esto es que a "esos" no los eligen los ciudadanos y, lo que es peor, tampoco los revocan. Así las cosas no debe extrañarnos oir en cualquier foro que, en las elecciones, entre Rubalcaba o Rajoy ganó Merkel o que la capital de España es Berlín.