por Eduardo López Pascual

Tras analizar las últimas medidas socioeconómicas del Gobierno socialista, no acierto a entender si el mundo ha cambiado de arriba abajo o si soy yo el que soy incapaz de entender nada. De la noche a la mañana, el PSOE actúa contra su presunta ortodoxia socialdemócrata, aunque la practiquen de forma leve, poniendo sobre la mesa un paquete de medidas neoliberales es decir puramente capitalistas.

Con la venta de lo poco que nos queda como patrimonio de todos los españoles: el 49 % de AENA, 30 % de Loterías del Estado, los aeropuertos de Madrid-Barajas y Barcelona-El Prat siguen la senda que en otras circunstancias transitaron Felipe González José-María Aznar, obligados, dicen, por la grave crisis en la que han sumido a España con su nefasta gestión y su sectarismo, llegando incluso a anunciar la retirada de los 426 euros con que el Estado ayuda a los parados de larga duración, para regocijo de los liberales que ya aplauden hasta con las orejas.

La crisis económica

No sé que dirán sobre esto economistas de pasada trayectoria azul como Juan Velarde, autor de la obra“El nacionalsindicalismo cuarenta años después”, de la que muchos falangistas bebieron, o Javier Morillas con su libro “Una brecha para la revolución”, que nos mostraron caminos para una política económica nacionalsindicalista renovada. Es probable que hoy, en infeliz pirueta, aplaudan esas formas ultraortodoxas de capitalismo. Nosotros seguimos fieles a las tesis económicas que nos son propias y, por ello, defendemos con razón y argumento la gestión y asignación de los recursos escasos sobre la base de fundamentos éticos y de Justicia social, porque consideramos al Estado del bienestar como uno de los pilares de Occidente.

Frente a esas normas propias del neoliberalismo más rancio de la derechona y sus tontos útiles del PSOE, nosotros nos rebelamos contra los recortes sociales que cargan el sacrificio para salir de la crisis sobre sus víctimas y no sobre sus causantes. Nos oponemos a la venta del patrimonio económico español –pronto vendrán  NAVANTIA o RENFE-  y ante  eso, ofrecemos la opción falangista de fortalecer el Patrimonio nacional, elaborar leyes que aseguren el tejido de empresas sociales, familiares, PYMES y autónomos, creando un instrumento de financiación donde el crédito sea socializado e impulsando una justa acción impositiva y una drástica reducción de gastos corrientes y subvenciones públicas a partidos políticos, sindicatos, organizaciones patronales, asi como una reordenación de las administraciones municipal y autonómica.

La nuestra es una respuesta distinta, unas soluciones muy diferentes que darían la solvencia suficiente para que España  pudiera,  con un nuevo sentido de la justicia social que los falangistas siempre hemos defendido, evitar que hubiesen cinco millones de parados o que en muchas familias de nuestro País no se temiese al futuro, temor que hoy se siente por lo que pueda venir… terror al hambre.