Vaya por delante primero que no soy teólogo y que por tanto no tengo la formación debida para hacer un tratamiento exhaustivo del asunto. En segundo lugar, creo a pies juntillas en aquello de no juzgues y no serás juzgado y en su parangón taurino de ponte tú delante si lo haces mejor. Finalmente tomo también como verdad absoluta que el que esté libre de pecado que tire la primera piedra.
Pedidas las disculpas pertinentes lo que aquí expreso tiene -no podía ser de otra forma- un carácter somero, no complejo y está amparado por la insolencia que da el afán de aprender y debatir.
Descubro dos conceptos que se me manifiestan tremendamente atractivos: "Religión Popular" y "Pecado Social".
Desde la vieja y confortable Europa veo la religión como algo excesivamente litúrgico, formal, esclerótico, que favorece -incluso- el "arreglarse, que tenemos que ir a misa", sin embargo también existen "los otros", "los de allá" (presumo que dentro de no mucho también los habrá acá) cuyas preocupaciones no van por el camino de entender el misterio de la Santísima Trinidad o de la Resurrección de los Muertos sino más bien por la creencia en un Cristo con liderazgo que les de fuerzas para organizarse ante la próxima incursión de los milicos o de los escuadrones de la muerte, que les empape de firmeza de ánimo para evitar la desaparición de mujeres en Guatemala o en Ciudad Juárez, las violaciones en el entorno familiar o como arma de guerra o, simplemente, para ingeniárselas en qué dar de comer a su prole.