Medio entera o a medio terminar, que dos formas hay de ver una misma botella, la gente puede interpretar los datos periódicos sobre la evolución del empleo en España como mejor la plazca. Si lo que reclama su esperanza es la creación de puestos de trabajo, sin otro horizonte de derechos y justicia retributiva, podrá compartir la impostada euforia de un gobierno que intenta poner en valor sus cifras comparativas con el resto de Europa. Aquí, según parece, se crean más puestos de trabajo que en el resto de los países de nuestro entorno tomados de uno en uno. Hala… tras cumplir con el ritual y con el manual de comunicación y estilo del partido ya puede ir el simpatizante a fumarse –satisfecho- un puro.
Para los que aún distinguimos entre trabajo, de una parte, y esclavitud o subempleo, de la otra, el panorama no resulta tan pastoril ni España se asemeja tanto a esa pretendida Arcadia pepera. A más de uno, cabe esperar, se le debió agriar el fin de año cuando la OCDE advirtió formalmente de la degradación del mercado laboral en nuestro país. Sí, sí… ventile usted ese humazo, amigo del PP: España tiene uno de los mercados laborales más degradados del mundo desarrollado, sólo comparable al de sitios como Eslovaquia, Grecia, Hungría, Italia, Polonia, Portugal y Turquía. Para mayor escarnio, tiene usted que contar con la cantidad de nuestro empleo también es alarmante y somos, junto a Grecia, el país con mayor nivel de desempleo de la OCDE.