A tenor de las píldoras destiladas urbi et orbi por la maquinaria electoral del PP, se diría que la crisis económica que nos ha aniquilado como país surgió con fecha de caducidad; que la recuperación había sido diseñada para coincidir, precisamente, con los meses inmediatos a la primera cita con las urnas de 2015; que la primavera volvería a reír, como estipula nuestro himno, a tiempo de apuntalar el omnipresente poder territorial de esa tropa comandada por Rajoy.
La recuperación ha venido, nadie sabe cómo ha sido. No obstante, habrá que apostillar al poeta. Fuera del círculo de orgullosos militantes del Partido Popular (que hay gente “pa tó”) y de los voceros colgados de sus ubres, Don Antonio, absolutamente nadie se ha apercibido de esta bonanza primaveral que nos decreta alegría obligatoria tras larguísimos años de penuria. El tiempo de la recuperación ha sido decretado.