Se aprecian falsedades en la polémica generada en torno al salario del presidente del Gobierno y de sus ministros. Especialmente, cuando se dice que sus estipendios alcanzan una cuantía menor a la de algunos de sus subordinados.
¿Qué esperaban? Es ésta una técnica de gestión habitual en los nuevos Recursos Humanos inspirados en el neoliberalismo, la ideología suscrita por el partido en el poder. Todas las grandes empresas del entorno capitalista recurren a ella al resultar una ficción casi pareja en rentabilidad a la contratación de becarios con una cualificación sobresaliente.
Parece, por ello, sorprendente que estas mejores prácticas del entorno empresarial levanten suspicacias cuando se aplican en el sector público. Parecería confirmarse así el principio según el cual no hay mejor defensordel liberalismo que quien vive al amparo de una nómina del Estado, al abrigo de las fluctuaciones de los mercados.