Sin duda en cualquier país del mundo, democrático naturalmente, la situación a que nos ha conducido el actual presidente del Estado, el socialista Rodriguez Zapatero habría sido la de arrojarlo a los desiertos políticos, defenestrado de su poltrona e incluso enviado a los lugares del fracaso más hiriente. Eso, sin ninguna pasión subjetiva, es lo que habría ocurrido en esas naciones con un talante abierto pero no aquí, en esta España de nuestros amores, y a veces nos asalta la pregunta de cómo es posible que a la altura del desastre económico que nos acucia, este presidente- socialista no se haya ido por la puerta de atrás. ¿Se puede explicar por qué, no sólo por la perversa situación que pasamos sino sobre todo por las traidoras contradicciones en que incurre el Sr. Zapatero, socialista, aguanta en el Gobierno? ¿Cómo se perdona el gritar sin vergüenza que él “Nunca jamás recortaría derechos sociales”, y ahora quita un cinco por ciento de recorte salarial , que congela pensiones y suprime ayudas maternales o que suprime de golpe 6.000 millones para infraestructuras? Nunca en la España democrática nos había pasado esto, de modo que la mentira del presidente de Gobierno, socialista, destaca todavía más con oscuros reflejos, y por supuesto, con razones suficientes para que este hombre desaparezca de las responsabilidades de Estado.