No sé muy bien por qué algunos tienen permiso, bula, o lo que sea para evolucionar en sus planteamientos, en sus ideas, en sus práxis, y eso mismo se le niega sistemáticamente a otros. Esto de evolucionar y hasta cambiar, está perfectamente admitido por los guardianes de la ortodoxia política y yo pienso que con toda razón, y forma parte del proceso social y humano de los indivíduos, grupos o pueblos, aunque muchas  veces la palabra evolución no represente con justicia la realidad de sus sentimientos. Creer, por ejemplo, que los partidos comunistas y el español en especial, tuvieron una “evolución” sincera desde las convicciones de dictadura del proletariado, sus posiciones pro soviéticas y su odio a toda forma burguesa, hasta proclamar los Frentes Populares, no deja de ser un ejercicio de maliciosa perversión a la vista   de lo que devinieron en los llamados países del telón de Acero. Y se les creyó.


Y más aún, que el mismo partido socialista español pudiera evolucionar desde su marxismo leninismo aceptado, hasta su rechazo en el  congreso de Suresnes, en el que renunciaba a ser marxista, o que el PCE, pase de la praxis  anti franquista de sus políticas de enfrentamientos armados o la creación de un ejército de guerrilleros invasores, a declarar – según ese partido -, una política de reconciliación y aceptación democrática, la verdad es querer ser crédulos o pecar de ingenuos, y sin embargo, así son considerados por esos que reparten carnets de buenos y malos. Claro, si aceptamos que esos protagonistas históricos han tenido la voluntad de “cambiar” a unas posiciones, si se asume que estos paridos puedan “evolucionar”, y concederles ese derecho a olvidar unas cosas y promover otras, no se entiende muy bien y al contrario supondría una afrenta democrática importante, que esa capacidad de evolucionar se rechace de forma irracional y perversa si son otros quienes lo deciden como puedan ser los falangistas, y especialmente Falange Auténtica, que es incansable en su identificación con las leyes y modos democráticos, por más que pretenda un perfeccionamiento desde la más estricta legalidad.


La pregunta no es capciosa, sino pertinente. ¿Por qué se acepta la evolución de partidos social comunistas, con sus enormes historiales anti demócratas, y no a la Falange Auténtica cuyos estatutos – como otros-, son plenamente acordes con la Constitución del año 1978 ?. ¿A qué viene esta discriminación o es que se trata de sumergirnos permanentemente en los pozos de la marginación política?. La historia de los P. comunistas y socialistas en todo el mundo y por supuesto en nuestra nación son tan complejos, al menos, como la nuestra. Exigimos pues, que a los falangistas, que al contrario de aquellos, jamás propugnamos ninguna dictadura, nos traten como mínimo de  igual manera porque cualquier otra forma sólo alimenta recelos e injusticias.

 

Resulta lesivo, y dañino para toda sociedad democrática que se precie, mantener esa diferencia de comprensión, de aceptación de nuestra evidente  evolución, -por otra parte lógica a tenor de los tiempos-, a quienes como nosotros,  que si alguna vez se fue un tanto dudoso con unas formas de democracia en razón de sus propias imperfecciones, hoy, al paso de otra época y  en una situación muy distinta a la de unos años de horrible desgarro social, proclamamos una vocación democrática que nadie tiene derecho a  poner en sospecha. También nosotros podemos evolucionar. ¿Se puede?

Disprosio