Cuando se habla de pensiones, parece quererse obviar que el sistema español, no es un sistema de capitalización, sino de solidaridad. Es decir, que cada uno recibe una pensión, no tanto en función de lo aportado, sino de lo que el Estado puede pagar en cada momento.
De esta manera, es cierto que se depende mucho, demasiado seguramente, de la buena o mala gestión gubernamental, de la coyuntura económica, y de otros muchos factores que poco o nada tienen que ver con el esfuerzo realizado por el trabajador pensionado. Pero no es menos cierto que es un sistema de mínimos, que garantiza que los ingresos de muchos permitirán que otros, que no son capaces de aportar las mismas cantidades se vean beneficiados también. Aunque sea en menor medida y aunque sea a costa de la rebaja de la pensión, también del que aportó más.
¿Nos gusta o no? Es muy liberal defender que cada cual se gane lo que pueda y que el que no llegue que se fastidie, también en cuestión de pensiones de jubilación. Pero si se es un poco pragmático se comprenderá que es bueno para la sociedad que no se generen bolsas de exclusión social, incluso sin ser adalides de la justicia social.
Yo apuesto, desde luego, por el sistema de solidaridad, a pesar de saber que hay muchos abusos y muchos convidados y zánganos que se benefician de la grandeza del sistema, sin esfuerzo y sin merecimientos. No por ello es menos justo el principio de solidaridad. Habrá que ser más estrictos en la inspección y la lucha contra el fraude.
Creo que ha llegado otra vez el tiempo de poner las cosas en claro en esta cuestión y en otras muchas, no vaya a ser que seamos más egoístas todos de lo que queremos reconocer, y encima nos disculpemos en la mala gestión de nuestros políticos para proponer medidas del más puro individualismo egoísta. Para capitalizar están los planes privados, legítimos después de haber aportado cada lo que necesita el Estado para el mantenimiento general del sistema. Porque obviamente lo que no es aceptable es que exista la opción de abandonar el sistema publico por haberse integrado en un sistema privado. Digo yo.