Gracias a Dios. O a quien sea. Gracias. Gracias por vuestra coherencia. Gracias por decir ¡basta!
Basta a este continuo goteo de adoctrinamiento falaz y torticero, que avanza lento pero implacable, llevándose todos nuestros derechos y libertades por delante como un troyano, a base de infectarnos con virus y mentiras virales, que se convierten en verdades de tanto repetirlas a través de vuestros medios de comunicación.
A través de unos Mass Media que se han convertido en la cadena de transmisión del Sistema, gobiernen los partidos que gobiernen. Parte del Sistema.
A través del adoctrinamiento ponemos al Régimen a salvo. No es nada nuevo y lo malo que tiene, es que siempre funciona. Funciona como una trituradora, más o menos silenciosa, de pensamiento y libertad.
No hace tanto, a pesar del cerebro de mosquito que tenemos como Humanidad, “esa vieja”, que diría Nietzsche, que grandísimos líderes como Hitler o Stalin estarían de acuerdo con nuestros políticos, estarían muy de acuerdo en imponer los cánones de la Educación.
Ellos también pensaron que la escuela era el primer y principal campo de batalla que conquistar. Ellos también sabían mejor que los padres lo que conviene a los niños. Ellos necesitaban a los niños, desde pequeños, para crear su distopía.
¿Y la globalización?
¿Mundialización, regionalización o reinos de taifas… en qué quedamos?
Pero es que, además, mientras los portentosos cerebros políticos de la Comunidad Valenciana piensan en la mejor forma de reducir las posibilidades de futuro de nuestros hijos, la metodología agile o lean start up, o la renta básica universal se imponen en el mundo como nuevas formas de tener posibilidades en el mercado económico. De tener poder para elegir fórmulas que les permitan vivir con dignidad, equidad o igualdad de posibilidades.
El nuevo orden mundial que viene cambiando -reduciendo de forma extraordinaria el lapsus de tiempo en que lo hace-, desde que los vencedores de la II Guerra Mundial tomaron las riendas; o desde que Internet cambio el sentido de todo lo que conocíamos, nuestra forma de relacionarnos y de aprender, es un desconocido para los centelleantes cerebros de la Administración de Educación valenciana.
Ellos no han oído hablar de la robótica, de los miles de empleos que dejan de existir de una década para otra, de que las impresoras 3D vienen a acabar con la era de la producción en cadena. No han oido hablar de que hay que tomar decisiones importantes y para ello nuestros hijos necesitan conocer tantos idiomas como les sea posible, incluido el de programación.
Que hablen Valenciano, si así lo desean, pero no penalizando al Español, el segundo idioma más hablado del mundo, y ya el primero hasta en EEUU. Tienen que hablar Inglés, o quizá Chino, Ruso, Árabe, si quieren trabajar, si quieren tener poder de decisión. Y tenemos la obligación de hacerles líderes con poder de decisión y darles las herramientas para ello.
Necesitan poder para tomar decisiones importantes, como por ejemplo, si España, Comunidad Valenciana incluida, toma partido por la agricultura ecológica o por la transgénica, y ahí nos van muchas vidas, mucha salud, tendrán que elegir… y tenemos la obligación de darles los medios para que tengan la capacidad de elegir.
Porque hay un mundo por llegar al que hay que abrirse, señores políticos, no cerrarse en sus mierdas, mientras siguen cobrando unos sueldos estratosféricos, que otros ¡ya! Cobran a través de la meritocracia. Nuevas normas, nuevo siglo.
Meritocracia, pensamiento libre, razón, Libertad, señores, Libertad y sentido común.