Preguntado el maestro Mazanttini por qué dejaba el mundo del toro para dedicarse a la política, éste vino a responder: "lo hago porque en el toro hay que tener vergüenza torera, y antes de perderla y defraudar a los que confían en mi, prefiero tomar otro camino.
30 de marzo de 2006 la pell de brau, que escribiera Salvador Espriu. En el baluarte donde reside la soberanía nacional, los representantes de todos los españoles, deciden ponerse a sí mismos –y con ellos a todos nosotros- banderillas, pasar bajo el engaño del capote y la muleta, embestir como de mentirijillas al picador, humillar la cerviz ante la puya, y, finalmente, amansados y rabones, darse una certera estocada en la cruz del espinazo.
Clarines y timbales, olés de fondo, palmas. La Fiesta Nacional ha finalizado. Solo un ojo experto hubiera podido ver que la ganadería en pleno era de bueyes, por eso la corrida ha sido silenciosa. Sólo braman los toros bravos, la mar enfurecida y los hombres.
Nada de eso había y todo eso faltó. En su Palacio, al Rey de Copas de Ángel María Pascual, entre faisanes, séquitos de vino y juglares, se le caía la corona entre carcajadas sin que nadie fuese a recogerla.
A las puertas, los viejos reyes que custodian la entrada, aparecen adornados un mañana con gallardetes y esquelas: "Un pasado común, un futuro común. No nos lo robéis.