Como si de una partida de mus se tratase, ETA y el gobierno, el gobierno y ETA, envidan y vuelven a envidar en este macabro juego de la negociación, pero en lugar de grande, chica, pares y juego, ambos equipos apuestan y se pelean por presos, legalización, estatuto e independencia.

 

El último envite de la banda terrorista parece serio; considera imprescindible para que no se rompa el "proceso de paz la reforma del estatuto, la legalización de Batasuna, el acercamiento de los presos y el cese de las detenciones; casi nada. Como decía un jugador sin mirarse las cartas y haciendo una rima: "A las dos primeras envido, llevo pares y cuidado conmigo.

 

El gobierno ha contraatacado aludiendo a que esta información aparecida en el boletín interno etarra Zutabe, no está actualizada, es anterior en el tiempo. Una de dos: o el gobierno insinúa que ETA va de farol, o sabe las cartas que lleva porque alguien se las ha chivado.

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Los motores se van poniendo en marcha. Las ejecutivas de los partidos políticos van dando tarea a los gabinetes de comunicación, para que de nuevo todo sean mensajes y propuestas de cara a las elecciones. En los pasillos oscuros de la trastienda política ya se deben estar fraguando nuevos pactos, nuevas candidaturas independientes que sólo dependen de si el PSOE o el PP quitan o ponen a éste o al otro en puestos de salida. En fin, llega el circo de las municipales y autonómicas. Un circo donde, por cierto, se juegan el sueldo y, sobre todo, el sobresueldo, muchos piratas de los que no calzan pata de palo pero sí se ponen el parche en el ojo. Sobre todo para no ver las irregularidades que siempre están dispuestos a cometer los que saben que en materia de urbanismo el camino más corto pasa por la puerta de atrás y por debajo de la mesa.

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Somos como rosas en el mar..., pero seguimos adelante. El fin de semana del 21 y 22 de octubre siguió adelante el falangismo democrático.

Cada vez nos sentimos más compenetrados con esta expresión: falangismo democrático. Nos gusta, lo sentimos como la mejor forma de definir lo que queremos. Es lo que queremos proponer al pueblo español.

Lo tenemos muy claro. Algunos nos acusan de ser redundantes: el falangismo es esencialmente democrático. Bien, pero las cosas hay que explicarlas, y nosotros lo hacemos y, además, nos gusta vivir en el siglo XXI.

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El tirano que esclaviza al pueblo hermano de Guinea Ecuatorial se encuentra de visita oficial en nuestro país, invitado por el Rey, el gobierno y las altas instituciones de la nación. Es éste un hecho que, como españoles y defensores de la libertad y los derechos humanos, nos repugna y avergüenza.

 

Obiang Ngema, presidente ilegítimo de esa nación hispana del África Occidental, con la que España tiene contraido un compromiso moral fruto de nuestro pasado y herencia cultural común, llegó al poder trás un golpe de Estado palaciego perpetrado en 1979 contra su primo, el también despiadado dictador Francisco Macías, a quien sustituyó como sátrapa y violador de los más elementales derechos fundamentales de su pueblo.

Desde entonces, las prácticas abusivas, como detenciones arbitrarias, torturas, parodias de juicios penales sin garantías, secuestros de opositores en el exilio y terrorismo de Estado, han constituido el día a día del régimen de Teodoro Obiang, acompañado de una extendida corrupción al socaire del negocio de la extracción de petróleo, del que la República de Guinea Ecuatorial es el tercer productor de África cuando el 60% de su población malvive en la miseria.

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La pesadilla. El presidente de la Generalitat insinúa en el Parlament que otro partido cobraba comisiones cuando estaba en el Gobierno: ustedes tienen un problema y se llama 3 %. El partido aludido no se extraña, no pregunta: sabe perfectamente de lo que le están hablando. No niega la mayor, no anuncia querellas... En una escena que recuerda a las películas de mafiosos, inmediatamente reclama el silencio del denunciante, amenazándole con cargarse políticamente la legislatura. El denunciante, en efecto, calla para siempre. Pelillos a la mar.

El Conseller en Cap es sorprendido cuando, sin conocimiento del presidente autonómico, se entrevista con unos asesinos para pedirles que no atenten en Cataluña.

El mismo personaje ofende innecesariamente sentimientos y da el carnaval con el President fotografiándole en Tierra Santa con una corona de espinas.

Las viviendas de un barrio de Barcelona se hunden por negligencias en la realización de unas obras y los políticos no se dan por aludidos ni se vuelcan con las familias que se han quedado sin sus casas.

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