Definitivamente la estupidez de nuestros políticos profesionales no tiene límite y, por relación directa, la de todos los ciudadanos que les consentimos esta actitud, les creemos, les votamos y les damos carta blanca para que nos anestesien durante, al menos, cuatro añitos.
En esta ocasión la ocurrencia parte del Consejo de Juventud de España y está financiada por nuestro Ministerio de Vivienda cuyo máximo o máxima, ya no sé cómo decirlo, representante es la ministra Trujillo.
En su afán de hacerse la guay con los jóvenes y como apoyo a su propuesta de los tristemente famosos "minipisos se ha sacado de la manga - bueno de la manga y del bolsillo de los contribuyentes ya que la bromita, publicidad y zapatillas para regalar incluidas, nos ha costado más de 400.000 euros – un portal de información denominado Keli Finder ¡¡Cómo mola la ministra!!
"Keli Finder es un servicio de información dirigido a los y las jóvenes para facilitar su acceso a la vivienda. Esto es lo que reza la primera frase de presentación de su página web y esto lo que dicta la Constitución Española en su artículo 47: "Todos los españoles tienen derecho a disfrutar de una vivienda digna y adecuada. Los poderes públicos promoverán las condiciones necesarias y establecerán las normas pertinentes para hacer efectivo este derecho, regulando la utilización del suelo de acuerdo con el interés general para impedir la especulación. La comunidad participará en las plusvalías que genere la acción urbanística de los entes públicos..
Las, les, lis, los y lus jóvenes no nos conformamos con que nos ofrezcan un servicio de información a través de Internet, exigimos que se cumpla la Constitución y reclamamos nuestro derecho a tener una vivienda digna; mientras esto no se cumpla, el resto son entretenimientos de cara a la galería.
¿Pero quién puede tener la poca decencia de presentar como viviendas dignas unas soluciones habitacionales de 30 m2 mientras disfruta de un despacho de trabajo de 77 m2? Y es que ya les da lo mismo, nos toman por el pito del sereno y no lo ocultan; se ríen en nuestras propias narices y no pasa nada, nadie se moviliza, nadie protesta y nadie se presenta en su maravillosa casa oficial de 280 m2 y se la invade al más puro estilo okupa.
En España más del 91% del suelo está deshabitado y seguirá estándolo o decrecerá con cuentagotas mientras se especule con su recalificación como se hace en la actualidad por parte de los Ayuntamientos, las Comunidades y el Estado. Debido a esto, la vivienda está completamente sobrevalorada y los precios de la misma son totalmente abusivos, y consecuencia de ello es el endeudamiento de por vida de la mayoría de los españoles que accede a la compra de un piso, mayoría privilegiada ya que hay una buena parte de conciudadanos que no lo lograrán durante toda su existencia.
Y aquí llegamos a una de las claves de todo este derecho que han convertido en negocio: para comprar nuestra vivienda tenemos que acudir al banco –ese sitio en el que siendo cliente te tratan como a una auténtica basura– a presentar mil papeles, declaraciones de la renta, avales y certificados para solicitar, casi rogar, que nos concedan una hipoteca, con unos intereses que en nuestro país superan en más del doble los de la media europea y que irán creciendo y creciendo hasta que el cinturón apretado nos corte la circulación de la sangre y así, felices y contentos, destinaremos durante 30 años el 50% de nuestros ingresos a pagar al usurero que nos ha sufragado la mencionada hipoteca.
Pero aquí no queda todo. Resulta que hay que pagar impuestos por tener una vivienda. Vaya con los derechos de la Constitución...Pero qué arte tienen para recaudar y para convertir un derecho en un deber. Estamos completamente de acuerdo en que se paguen impuestos por las segundas viviendas y más por las terceras y que los que más y mejor tengan paguen en proporción, pero pagar impuestos por tener acceso a tu hogar... Los que nos obligan a esto, utilizando la jerga cheli que le gusta a la ministra, son, sencillamente, unos chorizos.
Total, que viendo como está el asunto, cada vez entiendo más a los que ocupan –perdón, que es con k– edificios abandonados; la lástima es que no empiecen a ocupar otros edificios, abandonados o no, que bajo el abrigo de su oficialidad dan cobijo a un montón de parásitos incompetentes. Además, como dicen ellos, "cuando la vivienda es un lujo, ocupar es un derecho.
Bario