En nuestro país cada vez se hace más política con las tripas y menos con la cabeza o el corazón. Por ello sucede que muchas de las propuestas hechas de esa manera, más que acreedoras de serena reflexión o crítica, nos provocan asco y repugnancia.
Tal es el sentimiento que a muchos nos produce el anuncio emitido en los medios audiovisuales públicos de Cataluña a instancia de la Plataforma Pro Selecciones Deportivas Catalanas, entidad subvencionada este año con un millón de euros por la Generalitat, en el que se ve a un grupo de niños que juegan al futbol vestidos con las camisetas de varias selecciones nacionales y cuando un nuevo menor quiere unirse al grupo, otro de los que ya jugaba, con aspecto de energúmeno y vestido con la camiseta roja de la selección española, se lo impide.
Los nacionalistas catalanes, inspiradores de la plataforma y del anuncio, no cejan en su afán de sembrar odio a España y a cuanto la representa, con el ánimo de fomentar la división y el enfrentamiento entre las personas de su propio pueblo y de éste con el resto de los que componenemos ese sugestivo proyecto de vida en común al que llamamos España. El utilizar ahora a los niños, que en una sociedad saludable deberían ser educados en valores como el respeto y la solidaridad y nunca en el odio o el enfrentamiento y menos por motivos políticos o etnicistas, deja a las claras una vez más cual es el talante de estos totalitarios que aspiran a una Cataluña sometida al discurso único nacionalista y desprovista de su fecunda realidad hispánica.
El hecho de que la oligarquía nacionalista haya convertido a todo el Principado en su particular masía, se ilustra aquí en que el CAC (organismo oficial que vela por la ética en los contenidos de los medios audiovisuales catalanes) ha dado el visto bueno al spot, como ayer se estableció una férrea cortina de silencio ante el hundimiento del barrio obrero barcelonés de El Carmelo a causa de unas obras municipales mal ejecutadas o no se difundiese en la prensa catalana la práctica habitual de los partidos gobernantes allí de cobrar comisiones a las empresas licitadoras de obras públicas.
Pero es que además de eso, los nacionalistas catalanes son unos mentirosos. No le cuentan a su gente que en el hipotético e improbable supuesto que consiguieran que sus selecciones deportivas participaran en competiciones oficiales internacionales separadas de las de España, deberían en esos deportes organizar ligas propias al margen de las españolas, con lo que los socios del Barça, por ejemplo, han de saber que sus multimillonarios fichajes servirían para enfrentarse al Lleida o la Gramanet (no cito al RCD Espanyol porque sospecho que le cambiarían el nombre o lo disolverían). Eso es lo que pasa en Gran Bretaña donde escoceses, ingleses, galeses y norirlandeses tienen selecciones propias, como deferencia por haber sido ellos los fundadores de la mayoría de federaciones internacionales de deportes de equipo, pero que cada uno tiene su liga propia a consecuencia de ello.
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