En un editorial anterior, titulado De Río a Johannesburgo, exponíamos nuestro temor a que de ésta última Cumbre de la Tierra, nuevamente, y como en tantas otras ocasiones, sólo saldrían bonitos documentos, fotografías de rigor que se verán en todo el mundo y muchos abrazos y pamplinas, pero pocas soluciones prácticas para un problema que a medio plazo puede tener consecuencias irreversibles e impredecibles.
El propio Secretario General de la cumbre reclamó en la sesión de apertura el fin del "apartheid" que divide el mundo entre ricos y pobres. Este llamamiento y las demandas de un desarrollo sostenible y respetuoso con el medio ambiente han presidido las distintas jornadas de la cumbre. También el presidente de Sudáfrica, país anfitrión, pidió a la ONU el paso inmediato de las palabras a los hechos.