Por Carlos M. Calamendi
¿Crees que estamos acabados?
Echa un momento la vista atrás y piensa en lo que había cuando surgimos:
1) Una izquierda filo soviética que promulgaba anular el individualismo, y abolir la propiedad privada, no en beneficio de la colectividad sino para engrosar la titularidad de bienes del Estado;
2) Una derecha caciquil ultra liberal que pretendía la perpetuación de las injusticias estructurales del sistema, y de los privilegios de clase, ocultando bajo la enseña nacional la lacra del trapicheo, y
3) Un anarquismo en el que la intelectualidad y la doctrina eran despreciadas en favor de una masa incontrolada y analfabeta que no pasaba de querer abolir el Estado sin
proponer nada a cambio.
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Frente a esto, hubo un hombre que defendió que la propiedad privada es un derecho que no puede ser negado por el Estado, pero que aun siéndolo, debe ser limitado en pro del interés social; pues no es lícito ni moral que haya a quien le sobra mientras hay quien está necesitado. En resumen, esto es la aceptación del liberalismo, si bien corregido en sus desviaciones por los innegociables contrapesos de la dignidad humana y la justicia social, en provecho del bien común de todos.
A él le fusilaron, y pretenden hacer creer que su causa está muerta y olvidada. Sin embargo…
¿Quién defiende hoy de verdad la sovietización? ¿Quién aboga seriamente por el libre mercado en su versión primigenia?
En cambio a la teoría en que la función social es el límite a la propiedad privada bajo el imperio de la ley, se le llama hoy Estado social y democrático de derecho, y es considerada como objetivo al que debe aspirar la política actual.
Nuestro ideal es la piedra de toque que nos guía, no sólo a nosotros, sino a la sociedad entera, pues por encima de las derivas tendenciosas del mundo, podemos estar orgullosos de saber que nuestro Jefe supo divisar un camino transitable para el futuro, el cual sin duda conquistaremos, cuando amanezca esa España que soñamos con amor para todos, incluidos los que dicen que no nos quieren porque no se han molestado en escucharnos. No importa.
El tiempo ya nos da la razón.
“La aspiración a una vida democrática, libre y apacible será siempre el punto de mira de la ciencia política por encima de toda moda.” José Antonio Primo de Rivera.