"Cuando las leyes de la matemática se refieren a la realidad, no son ciertas;
cuando son ciertas, no se refieren a la realidad"
(Albert Einstein)

El cuatro, el cuatro. Otra vez los malditos e indecentes números.

Cuatro días, al parecer, son muchos para una baja por fallecimiento de un familiar y, en ese mismo momento, el que tal cosa afirma queda definido éticamente "sine die". Otra vez los malditos e indecentes números.

¿Cuanto tiempo se trata en superar la ausencia de un ser querido? ¿Dos días, cuatro, un mes...nunca?.

¡Expertos de la comunidad científica acorten los meses de embarazo para que la Gran Máquina no deje de producir! ¡Suprimamos las bajas de maternidad y los permisos de lactancia¡, ¡No podemos permitírnoslo con los números en la mano¡, ¡Contratemos siempre varones que no sufren esos "contratiempos" de mujer¡.

Dejemos al margen sensiblerías como la dignidad, la ética o la moral porque números y producción mandan y hagámoslo con rapidez no sea que lleguemos tarde a misa y no me vean entrar mis potenciales votantes. ¡Puag!

No nos resignemos, resistamos a la numerología, enfrentémonos a ella. Yo rebano el cuello al cuatro, tu apuñalas al ocho y él que tirotee al quince y, casi sin darnos cuenta, habremos terminado con los despidos, los "eres", los reajustes de plantilla o las cuentas en Suiza, que para nuestra humillación tiene el signo de la suma en su bandera.

Luchemos porque el seis deje de ser un número y pase a ser una familia numerosa.

Alberto

Por Mendelevio.

Sólo los ricos no necesitan la solidaridad de su vecino. Sólo ellos si pierde su país, ganan porque tienen su dinero invertido en el resto del mundo. Sólo a ellos les da igual que quiebre el Estado y esté a los pies del FMI, tienen garantizada la sanidad y la educación privada. Sólo a ellos les interesa un Estado residual que no se inmiscuya en el libre comercio de productos fabricados en países por niños semi- esclavos. Sólo a ellos les interesa un Estado títere en el que prime el sector financiero especulativo a la economía real. A ellos les conviene libertad para su dinero, que vaya de paraíso fiscal en paraíso fiscal, para no contribuir a la justicia social.

Ellos son los que han cantado las glorias de la globalización, las ventajas del euro, de la desregularización del mercado laboral... Pueden portar llaveros con los colores de España e ir a Roland Garròs  con una gran Enseña nacional... pero no son solidarios con su gente.

Los internacionalistas, si queda alguno, son unos farsantes que les hacen el juego. Reniegan de la Patria Española y ensalzan la "nación" vasca, gallega o catalana. Menosprecian España pero cantan las glorias de la patria socialista cubana o Bolivariana...

Los nacionalistas, los xenófobos, los chovinistas... son  unos enanos morales. La patria no tiene que ver con ninguno de ellos. La Patria no es un bunker mezquino que da la espalda al resto del mundo. La Patria es una herramienta de las personas para ayudar a las personas. Empezando por el más cercano y acabando por el resto del mundo. O acaso... ¿qué creían que era eso de una unidad de destino en lo universal?

El titulo de este artículo es lo que para mi significa nuestra bandera, por ella han dado la vida miles de patriotas a lo largo de nuestra densa historia.

El tema de la bandera es polémico y actualmente provoca una gran controversia. Unos defienden alguna de las anteriores y otros la actual.

Lo que realmente importa es el significado que tiene y para lo que sirve, sencillamente para UNIR a todos los pueblos y regiones de nuestro País bajo unos mismos colores.

Vivimos en una Nación rica y variada, pero no se puede olvidar bajo ningún concepto que la bandera es un símbolo que representa la unidad de todos los españoles.

Las leyes están para acatarlas, respetarlas y, en caso de no estar de acuerdo, luchar de forma democrática y civilizada para cambiarlas.

 

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Por Mendelevio

Desde los círculos del llamado “patriotismo constitucional” ven a la monarquía como garante de la Unidad de España. Esto lo recoge la Constitución en el artículo 56 “El Rey es el Jefe del Estado, símbolo de su unidad y permanencia”. No comparto esta tesis por varios motivos. El menos importante es la poca fe que tengo en la familia Borbón. Pensar que un descendiente de Carlos IV, Fernando VII o Isabel II es el garante de la unidad de España me pone los pelos como escarpias. Tampoco es lo más importante lo bajo que están cayendo los borbones del siglo XXI. Noós, Corina, los elefantes de Bostwana… resultan especialmente dolorosos en un país con 6 millones de parados y unos índices de pobreza crecientes.

Me preocupan más aspectos de historia política comparada. Hoy Isabel II de Inglaterra es a su vez Jefa de Estado de Canadá, Nueva Zelanda y Australia. ¿Eso significa que el Reino Unido y estos tres Estados sean una nación? No. Son cuatro naciones con una cúspide coronada que adorna los sellos de correos. Mantienen un mismo folclore monárquico, sin muchos más lazos jurídicos ni económicos. Esto, evidentemente, fue un modelo válido para el Imperio Británico, que le ahorró tres guerras de independencia como la de Estados Unidos.

¿Este es el modelo que queremos para España? ¿Queremos que Cataluña, País Vasco, Castilla o Murcia sólo compartan Jefe de Estado? Distinta fiscalidad, distinto sistema judicial, sanitario y educativo, pero mismo Jefe de Estado. ¿Queremos auto engañarnos con una unión de revista del corazón? Da la impresión que nuestra casta política, en cada revisión de los estatutos de autonomía o las posibles reformas constitucionales, sólo se plantea respetar la unidad de la jefatura del Estado. Parece que todo lo demás es negociable, dependiendo de las necesidades de conseguir mayorías parlamentarias. Recordemos al último Felipe González, al primer Aznar, a todo Zapatero y ¿el próximo Rajoy? Todos, por conseguir aprobar unos presupuestos negociaron con desleales de CiU, PNV, CC o ERC parcelas de la vertebración jurídica de España.

Esto es volver al siglo XVII y pueden desearlo los nostálgicos del foralismo carlista, pero no nosotros. Las diferencias no son cuestiones de símbolos o uniformes, sino de modernidad. En uno de los famosos catecismos civiles de la guerra de independencia de España contra el invasor francés se recogían perlas como: “¿Es pecado asesinar a un francés? No padre, se hace una obra meritoria librando a la patria de esos violentos opresores” Pero la que más nos interesa es: “¿Qué es la patria? La reunión de muchos gobernados por un rey, según nuestras leyes”.  Me resisto a identificarme con esta afirmación a la que nos lleva el patriotismo constitucional.

El problema no es el actual titular de “los derechos de la corona”. Derechos sobre nosotros. El problema es la corona en sí. Da igual que cambiemos al amigo de Corina por el presunto JASP Felipe. Ambos tienen como prioritario afianzar la institución, la dinastía… Por encima de los derechos de los españoles, anteponen los intereses de la Corona.

Una Patria es un proyecto sugestivo de vida en común. Es solidaridad. Es hacer cosas juntos. No es heráldica, no es protocolo. No cedamos todo menos la corona. Si lo único que no une es tener el mismo rey, hemos retrocedido siglos y desaparecido como nación. Salvar la corona no es salvar la unidad de España, es apuntalar la tramoya que esconde su disgregación.

 

Isabel II es reina de Australia, Canadá, Nueva Zelanda y el Reino Unido... ¿Son por ello una misma nación?

 

Ilustración de la revista La Flaca, en la que aparecen las rencillas de la familia Borbón. Hay peleas padre-hijo (Carlos IV y Fernando VII), entre hermanos (Fernando VII y Carlos-María Isidro), entre cuñados (Isabel II, Francisco de Asís y Montpensier), entre primos (Enrique de Borbón y Luisa Fernanda) y primos segundos (Alfonso y Carlos-María de los Dolores).

por Enrique Antigüedad

En 1994, antes de que Hugo Chávez llegara al poder en Venezuela, mi camarada Javier Iglesias, recién llegado del exilio argentino, me decía que los dos movimientos emergentes más interesantes que había en América Latina, él la llamaba así, porque así la llamaban las personas de allí, eran los que encarnaban el EZLN (el Ejercito Zapatista de Liberación Nacional de México) y el MBR -200 (Movimiento Bolivariano Revolucionario – 200, de Venezuela).

El MBR-200, posteriormente reconstituido en MVR (Movimiento Quinta República) era el movimiento político de Hugo Chaves Frías, que llegó a ganar las elecciones presidenciales en 1998, dentro de una coalición llamada "polo patriótico".

Javier Iglesias, nunca negó su admiración por estos dos movimientos claramente socialistas, pero de una evolución lejana al marxismo y mucho más próxima a esquemas patrióticos y de tientes nacionalistas, que además apelaban y apelan a otros modelos de democracia. Ya por entonces mi simpatía por el zapatismo la tenia my clara, y desde entonces quise saber algo más de este extraño golpista que mi admirado camarada, parecía respetar tanto. Javier Iglesias fue asesinado en Argentina por la policía de Menem, cuando luchaba por los sin techo, meses antes de ganar Chávez sus primeras elecciones. Como me hubiera gustado escuchar su análisis sobre el gobierno bolivariano que vino. Seguro que aprendía mucho más que leyendo los periódicos de nuestro país.

Hace unos días muere el hombre Hugo Chávez y nacía o mejor dicho renacía el mito del comandante.  Prefiero no entrar en una valoración exhaustiva del periodo de gobierno de Chávez. Creo que personajes de esta complejidad son siempre un misterio, puesto que sus detractores y sus admiradores carecen de toda capacidad de ser objetivos y consiguen distorsionar su verdadera figura hasta hacerla totalmente irreal.

En general creo que las condiciones en las que se tomo el poder en el año 1998 determinan en gran medida lo radical de las acciones de gobierno chavista en sus primeros pasos. El estado de corrupción política propiciado por el bipartidismo que consagró la alternancia entre la COPEI y Acción Democrática. Las inmensas diferencias sociales en el seno de la sociedad venezolana, que contaba por otro lado con la ventaja de poseer grandes cantidades de petróleo, probablemente crisparon en demasía las posiciones políticas. Tal vez empujaron al chavismo a posiciones que pueden parecer revanchistas, pero que probablemente eran radicalmente  justas y de necesaria implantación, aunque probablemente fueran puestas en práctica de forma deficiente y en condiciones de urgencia muy poco recomendables, por burócratas no demasiado capacitados.

Los datos que arrojan las estadísticas, pueden ser por otro lado, tendenciosos, puesto que ni los chavistas querrán reconocer sus errores, ni los antichavistas querrán aceptar que las diferencias sociales por ejemplo, son menores ahora que al principio del gobierno de Hugo Chávez.

Es preciso recordar que quienes difunden la mayor parte de la información sobre Chávez en nuestro entorno, son miembros de los medios del sistema, de este sistema, el capitalista, que es realmente incapaz de sacar al mundo de la pobreza y conseguir un nivel mínimamente digno de justicia social, pero que no duda en reprochar al régimen Bolivariano el no haber completado aún las necesarias reformas en educación y sanidad que este gobierno gestiona más pero que los anteriores gobiernos de la democracia "homologada", ni siquiera acometía. Esos que son contra los que luchamos aquí, son los que nos "informan" de cómo van las cosas en Venezuela y de lo nefasto del régimen chavista. No me inspiran demasiada confianza esos voceros del pensamiento único.

Pero tampoco por eso es que esté dispuesto a dar por válido el modelo socialista venezolano, puesto que creo que cuenta ya de partida con serios inconvenientes.

El primero y principal de ellos es en mi opinión el propio Chávez. Si interesante y fecundo podía ser el planteamiento bolivariano, trufado de amor patrio y calado profundamente por un verdadero sentimiento de justicia social, la figura omnipresente e histriónica de un Hugo Chávez, preocupado más por su ego que por dar estabilidad y base social sensata a sus reformas, ha influido muy negativamente en el normal desarrollo del movimiento. De hecho, a pesar de ser un régimen plenamente democrático, mal que pese a los que solo son demócratas si ganan las elecciones, la discordia civil y el desencuentro entre compatriotas se haya impuesto en las relaciones humanas en Venezuela.

La democracia admite mal los liderazgos excesivos y las lealtades fanáticas. Creo que un modelo democrático que hubiera quitado al presidente algo de protagonismo, que hubiera acercado las decisiones a más personas y hubiera permitido que dentro de los principios del nuevo estado bolivariano, las opiniones disonantes tuvieran cabida y fueran respetadas, habría podido consolidar un modelo político que ahora, seguramente se desmorone al faltar el líder. Y con la caída caerán no solo las inmundicias del régimen, sino también lo que de bueno se haya conseguido, que me imagino que será más de lo que somos capaces de ver desde aquí.

Creo que la gran enseñanza de la experiencia chavista es precisamente, que ese modelo egocéntrico no es válido, no es estable y aunque estuviera cargado de razón, es incapaz de consolidar un proyecto patriótico sereno, abierto y participativo como el que necesitan tantas naciones, incluyendo a Venezuela y claro, también a España.

Son tiempos difíciles los que vivirá el pueblo venezolano, convulso y ocupado de ganar enfrentamientos fratricidas en lugar de ganar el futuro justo que seguro que deseo el MVR que tan equivocadamente, en mi opinión ha dirigido el difunto Hugo Chávez Frías. Toca reconvertirse a los que bienintencionadamente siguieron al presidente archipresente, olvidando a veces los objetivos para fijarse solo en el poder. Y a los que bieninitencionadamente le rechazaron, toca también saber acoger el futuro sin revanchismo y sí con un espíritu de confraternidad que es el cemento de todo proyecto patriótico que se precie.

 


Líneas falangistas para el controvertido líder Hugo Chávez