Imagínense por un momento que yo soy un ciudadano andaluz que en su día pensó que un gobierno social demócrata era lo mejor para una región con lustros de padecimientos en manos de señoritos de derechas, que el PP andaluz no tiene, ni ha tenido, ni un político de nivel para cambiar eso, le doy mi voto al PSOE y, por lo tanto, a Manuel Chaves, como presidente de la Junta de Andalucía, y entonces ahora me pregunto cómo mi voto ha llegado a una presidenta que es del mismo partido pero que no ha elegido nadie, salvo el que sucedió a Chaves también a dedo, que es una trepa de partido sin oficio ni beneficio (bueno, beneficio más del que se merece) que además gobierna en coalición con los comunistas, rara democracia esta ¿no?. Pues además resulta que los dos partidos mayoritarios han llegado a unos niveles de corrupción y enriquecimiento ilícito que difícilmente aguantarían en cualquier país civilizado de Europa. Como palmeros ocasionales de unos y otros, unos partidos en la oposición que, mayoritariamente, son grupos nacionalistas que abominan de la nación española, pero se aprovechan del sistema y, cada uno en su feudo, imitan las corruptelas de PP y PSOE.