Por Arquímedes
Es evidente que España ha pasado de ser un país tipicamente desarrollista, y sin embargo aún no ha llegado al promedio general de las naciones desarrolladas de la Europa occidental. Un análisis nos aclarará tales afirmaciones.
A pesar de los fondos masivos que Bruselas nos está enviando (hasta el 2007), todavía no superamos el nivel de renta medio europeo. Lo que sigue caracterizando a nuestra dolorida España son los siguientes aspectos: alto desempleo ocupacional, sobre todo femenino y de la gente jovén, de inválidos, salarios bajos para un nivel de vida ciertamente alto, y muy por encima de las propias posibilidades de la economia popular, lo cual agrava el factor de integración de la mayoría de las capas sociales; alto índice de precariedad laboral, una juventud "pobre, sin medios para emanciparse, viajar, vivir su vida independiente; alto endeudamiento de la población civil, sobre todo por hipotecas interminables de pagar, y con unos precios del sector inmobiliario altamente especulativos y en progresión; natalidad de las más bajas del mundo; poca inversión en investigación, familia y educación pública; política medioambiental más propia de un país subdesarrolado, que de un pais de la CEE, sobre todo a nivel de ruidos (contaminación acústica), de residuos incontrolados,etc; bajisima productividad laboral, alto nivel de accidentes de tráfico; asesinatos de mujeres o violaciones permanentes de sus derechos; emigración con bajos niveles de integracción laboral y social, si bien España ha sido y es un país de emigrantes, por cierto siempre olvidados y que representan a más de un millón de compatriotas; carencia de ayudas verdaderamente sociales para la ciudadanía –como existe en la mayoría de los países de la CEE-; una pésima RTVE, con sus programas basura a todas horas; los canceres del nacionalismo vasco, catalán y gallego; una cultura civica de las más bajas de Europa, solo comparable en rasgos generales de evolución histórico-política a Grecia o Portugal, y todo eso sin contar la subordinación casi absoluta de los gobiernos respectivos a la política mercantilista y militar de los Estados Unidos –representada en su hegemonía militar dentro la OTAN- y la propia Comunidad Económica Europea (CEE), que es harto conocida por tratarse de un "mercado de mercaderes.