Por Miguel Hedilla y de Rojas
Efectivamente, no es de recibo quitar estatuas que representen parte de nuestra historia, ya sea de buenos o malos de la misma. De acuerdo a esa regla habría que quitar varias más, tal vez la mayoría, y nos meteríamos en un círculo vicioso, destrozador de estatuas y otros monumentos. Me estoy refiriendo a la de Franco. Luego escribiré sobre la de José Antonio y su estatua de Guadalajara.
Por cierto escuché la otra noche en Televisión Española, una encuesta rápida que hicieron a propósito de la retirada de la estatua de Franco. Una chica joven, no tendría mas de 20 años, contestó: No creo que ningún político se merezca una estatua. Sabia respuesta, así no habría luego que derribarlas.