Por Miguel Hedilla y de Rojas

 

Efectivamente, no es de recibo quitar estatuas que representen parte de nuestra historia, ya sea de buenos o malos de la misma. De acuerdo a esa regla habría que quitar varias más, tal vez la mayoría, y nos meteríamos en un círculo vicioso, destrozador de estatuas y otros monumentos. Me estoy refiriendo a la de Franco. Luego escribiré sobre la de José Antonio y su estatua de Guadalajara.

Por cierto escuché la otra noche en Televisión Española, una encuesta rápida que hicieron a propósito de la retirada de la estatua de Franco. Una chica joven, no tendría mas de 20 años, contestó: No creo que ningún político se merezca una estatua. Sabia respuesta, así no habría luego que derribarlas.

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C. Vara

¿Qué hay detrás de la retirada de la estatua de José Antonio? ¿Qué oscuros motivos han logrado que la propuesta de un concejal se haya llevado a la práctica con una velocidad inusual? ¿Existe alguna motivación para hacer coincidir el derribo de la estatua del fundador de Falange Española con la del dictador Francisco Franco? ¿Tienen algún sentido las declaraciones del promotor de la idea uniendo la figura demolida con "visitas ultraderechistas y neonazis? ¿Parará aquí este gobierno o continuará trasladando a solitarios almacenes otros monolitos, placas y esculturas? ¿Lo próximo será promover la quema de libros o la prohibición de determinadas ideas? ¿Cómo un político se puede permitir el lujo de hablar de libertad, de paz y de respeto a la vez que exige la supresión de un monumento por no estar de acuerdo con las ideas que representa?

Este señor, cuyo partido político mengua a pasos agigantados, pacta, al igual que su formación, para mantenerse en el poder y para seguir teniendo fácil acceso a los medios de comunicación que, sin dudarlo, dan cabida a la primera simpleza que se le ocurre.

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Por Carlos Javier Galán

Vaya por delante que no profeso la menor simpatía política por el General que, durante casi cuatro décadas, secuestró las más elementales libertades ciudadanas en España. Como falangista, además, tengo lógicamente presente que fue Franco quien decretó la desaparición de la Falange fundacional para sustituirlo por un híbrido del que se autoproclamó Jefe; que fue Franco el responsable del encarcelamiento del Jefe Nacional de Falange, Manuel Hedilla; que fue él quien usurpó el nombre y los símbolos falangistas como ornamento de un régimen que arrinconó las propuestas transformadoras de José Antonio para nuestro pueblo; y que fue esa utilización indebida durante el franquismo la que contaminó, no sé si tal vez irreversiblemente, la identidad falangista a los ojos de los españoles.

Dicho lo cual, no puedo compartir, en absoluto, el revanchismo de un Gobierno que desea borrar o rescribir aquellos episodios de la historia que no le gustan, abriendo absurdamente viejas heridas. Qué triste remedo de victoria, qué actitud tan mezquina, ésta de apear del pedestal la estatua de quien murió hace ya treinta años.

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Por F.L.G.

La Vieja Guardia, los Camisas Viejas, muertos o vivos, del Cuartel de la Montaña al rió Voljov, desde la ilusión al desengaño, todavía, gracias a Dios, permanecen en pie. Su lema podría ser aquel verso inmortal: "Dar el alma y la vida a un desengaño

Al leer estas esplendidas frases de Rafael García Serrano no he podido por menos que compartirla con todos vosotros, puesto que encierra la esencia y el resumen de nuestro espíritu y de nuestra historia.

Dar el alma y la vida a un desengaño – Aunque represente caer una y otra vez, y con el convencimiento de que un futuro mejor es posible, volver a levantarse.

Sin importarnos el rechazo de quien amamos y por quien luchamos.

Sin importarnos que nos confundan con quien solo hacen de su militancia espejo de su resentimiento.

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LITIO

En 2003 fue el centenario del nacimiento de José Antonio Primo de Rivera. En 2005 nos encontramos con el centenario de los otros dos fundadores del Nacionalsindicalismo: Ramiro Ledesma y Onésimo Redondo.

Nos referimos ahora a Onésimo Redondo, creador de las Juntas Castellanas de Actuación Hispánica, luego fusionadas en JONS.

Hombre integro y de buena fe, definido como "el más oficialmente católico" entre los falangistas destacados de la primera hora. Hombre profundamente apegado al pueblo y la tierra castellana. Castilla es en su corazón y su cabeza el motor de una nueva España, que él soñaba campesina y cristiana.

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