Cada día cientos de niños afeminados, delicados, educados o simplemente desafortunados sufren en los patios de los colegios y en las plazas de las ciudades y pueblos de España que muchos de sus compañeros les llamen maricones.
Y nada va a cambiar para ellos con esta Ley, porque ZP no hace frente al problema real de la homofobia y la discriminación por razón de orientación sexual sino que busca el fácil rédito político que dan las medidas efectistas y gratuitas. Antes que abrir el complejo debate de cómo hacer frente a una realidad social a la que no ha sabido enfrentarse aún ninguno de los países que nos rodea, el Presidente Dialogante ha preferido cerrarlo a golpe de ley.