Si yo fuera asesor de imagen del PP habría estado ya tentado varias veces de darme a la bebida para olvidar. El Presidente del Gobierno reconoce sin rubor que mintió reiteradamente a los ciudadanos –que a mí me parece uno de los hechos más graves de los últimos años- y todo lo más que se le ocurre a Rajoy es decir que "ahora reconocen que teníamos razón y, a continuación, inexplicablemente pasa página. Poco después, anuncia el fichaje de Manuel Pizarro y al día siguiente él mismo se contraprograma con la exclusión de Alberto Ruiz Gallardón de las candidaturas, consiguiendo a pulso llevar ese debate interno a las portadas de todos los medios. Hábil como él solo.
Pero, más allá de estas torpezas políticas de Mariano Rajoy, el mismo de los hilillos y del primo científico, más allá también de los corrillos, los dimes y los diretes de tertulianos, me parece que el episodio de la exclusión de Gallardón, su gestación y su resolución final, merecerían alguna otra reflexión. Porque a mí me sigue costando mucho tomar como normales cosas que no deberían serlo.