Juan Ignacio Zoido, siguiendo los pasos de sus anterior jefe Mariano, se ha reunido varias horas con amiguetes y correligionarios en un restaurante sevillano. Como no podía ser de otra manera en el PP hispalense, el exalcalde, exministro y ahora pretendiente al parlamento autonómico, ha congregado a sus amigos pijos, en un bar pijo del barrio pijo de Sevilla.
Presa del pánico desatado ante las amenazas naranjas y verdes, los azul desteñido han trasegado canapés de diseño y gin tonics en copa balón, afición muy arraigada durante su mandato municipal, para cerrar filas ante el nuevo fracaso electoral que se les viene encima. Es lo único que ha hecho Zoido en esta campaña regional, donde todo el protagonismo ha correspondido al mamporrero de Arenas.
“Jornada de reflexión” donde hay poco que reflexionar para quien de verdad esté preocupado por el futuro del país y de la región, a qué darle más vueltas, la última de Europa en muchos parámetros sociales y económicos, por mucho que la hija del honrado fontanero se empeñe en maquillar y lanzar al viento sus frases huecas de spot publicitario.