Enrique Antigüedad
Tanto para los creyentes como para los que no lo son, el mandato divino (uno de los más asumibles por todos) de considerar a todos nuestros semejantes iguales, debería ser el motivo fundamental por el que oponernos al racismo.
Los españoles que se declaran racistas o que actúan como tales, además de burlarse del mandato divino, lo cual entra dentro de sus múltiples derechos, se burlan también de la propia esencia de su hispanidad. Y esto, burlarse de si mismos, otro de sus derechos, me suena a burla con mala leche, sobre todo si tenemos en cuenta que su "españolidad" y su afán de defenderla, es habitualmente el motivo que dan para justificar su racismo.
Tanto en el desarrollo de la conquista de los territorios que formaron el imperio español como en las muy anteriores etapas de la formación de la propia España, desde los primeros asentamientos fenicios y cartagineses, el mestizaje ha sido una constante en la formación del pueblo español. Mucho antes de que exista como tal el concepto de España ni por supuesto su realización política, ya ha comenzado y va viento en popa la mezcla racial.