Vicente Sanjuan Perelló
La realidad en este país, en relación con el tema de la Justicia, clama al cielo cada vez. Dicen que la Ley es una norma general escrita que emana de los poderes que tienen potestad para ello, y que los ciudadanos están sometidos a la Constitución ( super-ley ), a las Leyes y al resto del ordenamiento jurídico; y asimismo, el propio Código Civil establece que la ignorancia de las leyes no excluye de su cumplimiento.
Hasta ahí, todo bastante claro, pero cuando saltas a la realidad de la calle, la cruda y triste realidad, ves que no es asi.
Se observa como cada vez menos se hace caso a la Ley, a esta la ciudadanía y no ciudadanía, se la pasan más como vulgarmente se dice “ por la punta del forro “.
Claro, que podemos esperar si las instituciones o parte de ellas ( por no generalizar ) incumplen la legislación vigente en determinadas materias ( no en todas ); que podemos esperar si los sindicatos que tanto abogan por el trabajo y el trabajador, en sus propias organizaciones no crean empleo fijo y si eventual.
Pues bien, lo que sucede es que con tanto libertinaje ( que no libertad ), la gente le pierde el respeto a la Ley y a la autoridad encargada de aplicarla, le pierden ese “ miedo “ escenico a la Administración de Justicia ( o mejor dicho ) a la Administración de aplicación de la legalidad vigente, que es my diferente de aplicar justicia.
Tanto acercar la Justicia al ciudadano, que el ciudadano se le ha subido a la chepa, ya se sabe que la confianza da asco, te dan un poquito así y te cojes el brazo.
Resulta que los que conocemos un poco todo este tinglado justiciero, podemos observar, como la cosa evoluciona y que el Código Penal del 95, no es que necesite una revisión, sino más bien es que es prácticamente inoperante y lo que necesita y es un fenecimieno y un nuevo resurgir de otro nuevo. Observamos como la delincuencia aumenta por momentos, como los delincuentes cuentan con todas las garantías procesales necesarias, pues “ vale más un delincuente en la calle que un inocente en la cárcel “; pero ¿será eso cierto?, cuando una vez el presunto es declarado culpable, no de uno sino de varios delitos debidamente tipificados, demostrado más allá de toda duda su culpabilidad, y que posteriormente ingresa en prisión; digo que una vez demostrado todo esto, aplicandole todas y cada una de las garantías de las que es merecedor según nuestras leyes, a su ingreso en prisión para expiar las culpas, se encuentra que en vez de eso se le permite tener televisión ( en color ), por la noche no es como las películas policiacas de los EEUU, no, tienen luz y se les permite leer o cualquier otra cosa, cotizan a la seguridad social para su vejez, disponen de gimnasio, buena comida y para no aburrirse se les ofrecen toda una serie de actividades dentro y fuera del centro, y así, cuando les viene en gana algunos, que seguramente no andan muy bien de la chaveta ( presuntamente ), deciden irse de juerga y no volver al centro en una buena temporada; y digo que no deben estar bien de la cabeza porque ¿ con todas esas ventajas que tienen en el centro? Como se les ocurre irse de allí, cuando en el exterior hay que ganase la vida, pagar impuestos y hacer malabarismos para llegar a fin de mes.
Eso justamente, es la injusticia social, la reforma que necesita la legislación penal y penitenciaria, ¿ como es posible que se esté mejor dentro de una cárcel que fuera?.
Hay mucho que hacer en este campo, hay mucho que trabajar en él, en cuanto que ya no sirve ( o lo hace de manera injusta ) el sistema actual, hay que cambiarlo, mejorarlo y adaptarlo a las nuevas circunstancias de la vida, puesto que si lo existente no cumple su finalidad que es la reinserción y en la sociedad y en ningún caso pagan el daño que han producido, si la víctima no queda resarcida del daño que se le causa, ¿ cabrá preguntarse para que sirve la legislación actual en esta materia?