El abogado sevillano Miguel Ángel Loma Pérez ha publicado un artículo de opinión en el digital Vistazo a la Prensa, en referencia a la investidura municipal en Ardales (Málaga), donde los votos de los ediles de FA determinaron el relevo de Salvador Pendón tras veinte años de gobierno y la elección democrática de Juan Calderón como nuevo alcalde:
"EL HIPÓCRITA ESCÁNDALO DE ARDALES
Ardales, pueblecito de Málaga con unos 2.600 habitantes, ha sido noticia tras las últimas elecciones Municipales porque los dos concejales de Falange Auténtica (con 271 votos) apoyaron a los cuatro de IU (con 641 votos) para que éstos descabalgasen del gobierno del Ayuntamiento a los cinco del PSOE (con 684 votos), partido que gobernaba el municipio desde 1987 (desde 1991 con mayoría absoluta). El efecto más higiénico de lo anterior es la arriada del sillón municipal de Salvador Pendón, preboste del socialismo andaluz y presidente de la Diputación malagueña, que llevaba 20 años 20, como perenne alcalde de la localidad.
El apoyo falangista a los concejales de IU ha provocado los típicos comentarios de algún que otro columnista de opinión poco menos que criminalizando lo sucedido, y con la consabida monserga sobre las alianzas antinatura, el respeto a los votantes, y demás pecados de lesa democracia. Lo de siempre: que si la lista del partido más votado es la que debería gobernar..., que si es ilegítima una alianza de las otras listas frente a aquélla..., que si patatín que si patatán. Lo de siempre: lo que hacen todos cuando la alianza les interesa y lo que todos denuncian cuando les perjudica; lo que todos prometen reformar cuando la alianza les desplaza a la oposición, y lo que rápidamente olvidan cuando, con alianza o sin ella, acceden al poder.
Pero hay que reconocer que lo de Ardales ha tenido tal morbo que hasta la Dirección malagueña de IU ha abierto un expediente de expulsión a sus concejales por recibir el apoyo falangista. Curiosa muestra de respeto a la libertad de los suyos muy propia de comunistas, y curiosa muestra también de la hipocresía que rige la política hispana: siempre con la historia de que había que conseguir la reconciliación de las dos Españas, que había que superar los enfrentamientos cainitas y las visiones partidistas, siempre ensalzando la diversidad ideológica y el pluralismo político, etc., etc., y cuando unos concejales falangistas apoyan a unos comunistas de un pequeño pueblo para quitarle las telarañas del acomodado trasero a un reyezuelo socialista, las columnas de opinión tiemblan de vituperios, y los jefes comunistas de la provincia se rasgan las vestiduras y arremeten contra sus propios concejales.