Por Carlos Javier Galán
En el pueblo de San Clemente (Perú), en medio de las ruinas del terremoto, en un hospital de campaña atendido por voluntarios del SUMMA madrileño, ha nacido una niña. Los padres han decidido que se llamará España.
Me emociona leerlo. Porque, cuando tantos se avergüenzan aquí patéticamente de su propia identidad nacional, en ese rinconcito del Perú el nombre de España ha sido elegido, con gratitud, por una familia humilde para su hija. Al otro lado del Atlántico, España significará vida entre tanta muerte, alegría entre tanto dolor, esperanza.
Al parecer -porque he leído versiones contradictorias en distintos medios- el médico que atendió el parto, Yuri Campos, es un peruano ejerciente en España que estaba disfrutando de sus vacaciones y, cuando tuvo conocimiento de lo del terremoto, las interrumpió para marcharse voluntario a su país. Su hijo se quedó sin un paseo a caballo que le había prometido este verano. Si no lo entendió ahora, que supongo que sí, algún día ese pequeño sabrá que tiene motivos para sentirse orgulloso de que su padre aplazase el cumplimiento de esa promesa.
Leo en otro blog el conmovedor relato de un peruano que está viviendo el día a día en aquella zona. No tengo que añadir ningún comentario. Él lo expresa mejor que yo, porque lo siente de cerca y lo vive en su propia carne:
"Más allá del dolor se ubica un espacio propio para la creación, después de la desgracia sobreviene la esperanza, luego del llanto se dibuja en los rostros nuevamente la risa. En este umbral y en medio de tanta destrucción, se alzan, como queriendo decir gracias, hermanos del mundo, los gritos de ilusión que nos contagia una recién nacida. Es mujer, desde su origen lleva en ella misma el toque divino de la maternidad, será madre un día. La trajo al mundo un brigadista español y en gratitud a él y en honor a otra madre, la Madre Patria, se llamará España.
España ha nacido en medio del dolor. España ha nacido para decirnos que la esperanza no es lo último que se pierde, sino que más bien es para nosotros lo único que no se pierde, ni se perderá jamás. España grita al mundo que estamos vivos para seguir viviendo.
Qué cosas tiene la vida escritas: ante tanta muerte y devastación son ya ocho los nacidos. No sé cuántos son varones y cuántos son niñas, pero han nacido para contarle al mundo que aquí, en mi tierra, no se rinde nadie".
Tras recordar la lucha contra el terrorismo en su patria dice que ahora "la hemos visto florecer nuevamente y estamos dejando lo que nos resta de vida para verla crecer. No nos va a arrebatar ese sueño la adversidad (...). A todos, gracias, gracias con el corazón de peruano.
Alguien le contará a esta niña un día por qué se llama así, su pequeña historia personal y la de su pueblo. Y le contará que fue una de las primeras alegrías para su familia y para muchas personas en medio de la devastación. Le contará una historia de inmenso dolor y de solidaridad, de cómo las personas a veces son capaces de mostrar lo mejor de sí mismas en las peores circunstancias.
Que tu familia y tu país disfruten de tiempos de esperanza. Que seas muy feliz, mi pequeña España-Olenca Rivera.