Por Mendelevio.
El cinismo de la izquierda es proporcional a la torpeza falangista. La izquierda se presenta como defensora del medio ambiente. No habla de su pecado original. El manifiesto comunista ve a la naturaleza como un recurso a exprimir. No hay ninguna apelación a la conservación del medio ambiente. A los socialistas que buscaban la vuelta a la naturaleza, Marx los denigró a la categoría de socialistas utópicos. El científico era él, como se presentan sus herederos. Los demás despreciables soñadores que entorpecían la liberación del proletariado. La práctica comunista del siglo XX ha sido nefasta para el planeta. El “maridicidio” del mar de Aral ha sido su crimen más llamativo, pero es imperdonable su gestión de los residuos nucleares o de las centrales atómicas como Chernobyl.
Los falangistas no levantamos la bandera ecologista por caer simpáticos a los pijo-progres sino porque es parte de nuestra concepción del mundo. Partimos de unos postulados de solidaridad intergeneracional. Las generaciones pasadas nos han dejado unos legados que debemos pasar a las generaciones futuras. Uno de ellos es el sentimiento de pertenecer a una Patria, el otro es el soporte físico de la misma. El egoísmo capitalista que esquilma el planeta es incompatible con el ideal falangista.