Por Bernardo Rivero Taravillo
Entre los ilustres discípulos de Ortega y Gasset, renovador e impulsor de la filosofía española en las primeras décadas del pasado siglo, podríamos citar a Zubiri, Xirau, Gaos, Zambrano y Marías, pero también a Ramiro Ledesma Ramos (1905-1936), quien, a comienzos de la década de 1930, abandonaría una muy prometedora trayectoria intelectual para entregarse plenamente a la acción política revolucionaria. Posteriormente, los trágicos acontecimientos de 1936, en los que pierde la vida (como tantos otros de ambos bandos, fusilado por un pelotón criminal e ignorante), impidieron que pudiéramos conocer su evolución y consolidación como filósofo. Posiblemente habría llegado a ser, al menos, tan destacable como los anteriormente citados (lejos de ser un político profesional parece probable que volviera a las tareas intelectuales). "No han matado a un hombre, han matado a un entendimiento fueron las palabras de Ortega en París cuando tuvo conocimiento de la muerte de Ledesma.