¿Y qué?
Esas dos palabras casi serían lo único que tendríamos que decir ante el nuevo comunicado de los asesinos.
Hubo un tiempo en este país en el que en los medios informativos y en los ámbitos políticos se tenía la sana costumbre de no difundir ni comentar las notas de los etarras, costumbre que, inexplicablemente, se ha roto desde hace algún tiempo.
A quienes hablan con la violencia, la sociedad no puede concederles hablar también con la palabra y, además, que ello les permita una divulgación privilegiada de sus mensajes, por encima del resto de ciudadanos. Eso, en sí mismo, ya es un rédito que obtiene el terror.