La fuerte subida de la coalición separatista de izquierda radical EH-Bildu en las elecciones autonómicas vascas del 21 de Abril, que estuvo a punto de privar al hasta ahora hegemónico PNV del primer puesto en las preferencias de los electores, supone la consolidación de una tendencia demoscópica que se viene apreciando desde que la banda terrorista ETA dejó de matar.
Para entender este proceso, tendremos que remontarnos a dos hechos importantes de la historia reciente de nuestro país y así comprender cómo empezó todo lo que ha llevado a este nivel de crecimiento de la coalición abertzale, cuyo principal partido integrante es Sortu, el brazo político de ETA. En 1977, en plena transición hacia la democracia, se aprueba la Ley de Amnistía y en 1979 la autonomía vasca. Ambos hitos provocan que, por un lado ETA recuperase a todos los asesinos que hasta ese momento cumplían condena por sus crímenes y rehiciera su operativa terrorista y por otro que el PNV accediese al gobierno vasco, que se ha prolongado durante 40 años en los que ha tenido tiempo para adoctrinar en el nacionalismo, el separatismo y el odio a España a varias generaciones de vascos.