Sube la Bolsa, baja la prima de riesgo. Los datos del paro son estupendos.
Yo paseo por las calles y no noto ningún cambio positivo. ¿A ver si va ser, que una cosa son los datos con los que medios y poder nos confunden y otra la triste realidad cotidiana de nuestro pueblo?
Empresas quebradas, familias endeudadas de por vida que ya no llegan a final de mes, aburrimiento, desesperanza y ganas de fugarse de una realidad agobiante y con pocos visos de cambio, son la realidad que vivimos. Nada que ver con los datos esperanzadores o los indicadores económicos positivos, que solo sirven para constatar que se siguen enriqueciendo los que se enriquecen tanto si hay crisis como si no, y para dar motivos de presumir a la casta política.
Ojala pudiéramos dedicarnos de verdad, a cambiar las cosas de verdad. Ojala no tuviéramos que levantarnos cada día, encima de puteados, con la burla añadida de los buenos datos económicos, que desde luego, no valen para darnos de comer. Porque realmente en este país hay muchas cosas que cambiar, tanto en la forma de gobernarnos, como incluso en la forma de actuar de cada uno de nosotros. Para poder levantarnos y evitar volver a caer.