Por Tacho
El pasado día primero del año tomaba posesión, en un ambiente de euforia y alegría, el nuevo presidente de Brasil, Luis Ignacio Lula da Silva, un viejo luchador sindicalista y obrero metalúrgico. Esto no tendría mayor trascendencia si se produjese en otro sitio, pero ha ocurrido en Brasil, un país con el 40% del PIB de América del Sur y con una población de 170 millones de habitantes, donde, al menos un tercio vive en la pobreza más absoluta e indignante. Y ha ocurrido en un país nunca hasta ahora gobernado por alguien "de abajo, es decir, de las clases populares. Como rezaba una pancarta colocada al lado de la Catedral de Brasilia: " Los que nunca tuvieron gobierno saludan al presidente Lula, muy expresiva.