José Manuel Sánchez del Águila
“ VERDADERAMENTE, HABÁA FUEGO EN SU MIRADA”
Con estas palabras, el profesor de historia latinoamericana de la Universidad de Claremond, Hubert Herring, sedujo en 1955 a un joven e indeciso licenciado, Stanley G. Payne, para que centrara su tesina doctoral en un personaje prácticamente desconocido en los Estados Unidos: José Antonio Primo de Rivera.
Desde aquel entonces, muchos otros historiadores, o simples aficionados al merodeo histórico, han hurgado en su vida, en su pensamiento, y han escrito también sobre él con mayor o menor rigor y fortuna; pero a pesar de tanta producción, parece ya indiscutible que la pluma de Payne, desde una objetividad insobornable, es la que más ha profundizado en su biografía y la que mejor ha entendido a este tan polémico como desconocido personaje del siglo XX.