Estamos de acuerdo, porque frente a tanto politiqueo, tantos paños calientes, tanto "y tú más", está en juego una empresa extremeña, con más de 200 trabajadores, y que ha llegado a la lamentable situación en la que se encuentra actualmente gracias a las injerencias de los políticos de turno, que siempre han intentado arrimar el ascua a su sardina. Los falangistas creemos firmemente en la economía social, en el cooperativismo y el en enorme potencial que tiene el sector agroindustrial en nuestra región, que puede convertirse en verdadero dinamizador socioeconómico. Por todo ello, creemos que es importante, urgente y necesario salvar ACOREX, porque como dice el propio Fernando Valbuena, ¡esto va en serio!
ACOREX
Por Fernando Valbuena, publicado en HOY.
Esto va en serio. Hoy toca hablar en serio. Porque el sudor huele a serio cuando se suda en el tajo. Creo firmemente en lo cooperativo. Cada día más. Frente a los mercantilistas a sueldo, frente al capitalismo salvaje, frente a la máquina de tragar, frente a todo eso, el cooperativismo alza la bandera de la dignidad y del trabajo. El sueño antiguo y frágil en que el hombre hace suyo el fruto de su esfuerzo. El cooperativismo es irrenunciable. A la contra, en lo oscuro, con el agua al cuello pero apretado al hombre, allá donde el hombre es dueño de su destino y de su propia empresa. El cooperativismo no ha fracasado por mucho que los agoreros cuenten el cuento de Fagor. El cooperativismo, la tercera vía, es siempre un camino por recorrer.
Digo esto por lo de ACOREX. Les supongo enterados. Nuestra mayor cooperativa se tambalea. La crisis… Que si las injerencias políticas… que si desde que Ibarra desembarcó en la cooperativa todo se tiñó de rojo. Ya saben, los tentáculos de Manuel Amigo eran alargados. Que todo iba bien hasta que dejó de ir. Que si se gastaron lo que no tenían, que si las inversiones en tiempos de crisis les quebraron el espinazo,… Sea como fuere el pasado, sea quien fuera el culpable, el presente es oscuro y el futuro es hoy. Casi veinte millones de pérdidas. Una deuda de casi setenta. Con y sin ingeniería contable. El barco se hunde y ya saben lo de las ratas. Los grandes, los que estaban al timón, no saben, no recuerdan. Y los pequeños, sin flotador. La facturación se desploma. Los doscientos trabajadores sin cobrar y muchos de ellos sin carga de trabajo. Casi cincuenta cooperativas enredadas en la quiebra. Y los seis mil, repito, los seis mil agricultores y ganaderos que creyeron en el proyecto del cura Luengo sin cobrar la cosecha de 2014.
Es hora de compromisos. De dar la cara con hombría. De hacer lo que hay que hacer. Todos. Los políticos por delante. Y fíjense que no digo el gobierno, digo todos, y eso va por el PSOE y por IU. No sé si esto entra en lo que el PP llama pomposamente agrotech, pero si no entra, menos agrotech y más palante. No tiene perdón mirar al tendido mientras ACOREX navega a la deriva. No vale aguantar como sea dos meses y después de las elecciones a quien Dios se la dé, San Pedro se la bendiga. Y el PSOE más pringarse y menos electoralismo. A comprometerse para ahora y para después de las elecciones, por si las gana. Hemos salvado a los bancos porque salvándolos salvábamos nuestro sistema financiero, el nuestro, y eso va por los pequeños ahorradores, por los pensionistas y por el resto de los que respiramos. Es hora de salvar ACOREX. Porque hay casi cincuenta cooperativas, casi seis mil pequeñas empresas, que dependen de que ACOREX no las arrastre en su caída. Seis mil cooperativistas que necesitan como agua de mayo saber a quién le van a vender este año la cosecha y si se la van a pagar. Así de simple. No sé si ACOREX es viable, es más, sospecho que el ERE es inevitable como parte de esa viabilidad futura, pero el GOBEX tiene que intervenir la cooperativa y garantizar los pagos para evitar el pánico. Menos blindar porcentajes del presupuesto para agricultura, menos milongas y más cruzarse al pitón contrario. Intervenir, no expropiar. Hacerlo es difícil sin quebranto de las arcas públicas, por supuesto. Pero por eso precisamente es ahí donde se mide la talla de un gobernante. Y el PSOE a pie de obra. Detrás. Al unísono. Y los sindicatos a toque de corneta. Y luego ya se verá, pero de momento que se sepa que los barones rojos no destiñen cuando silban las balas.