Este es el título con el que el miércoles 27 de febrero salió a la luz el artículo de Félix Barroso en su columna semanal “La Pingolla” en el diario regional HOY.
Traemos dicho artículo a esta web porque nos gusta el detalle de su autor de citar, como en ocasiones anteriores, a José Antonio Primo de Rivera. Pero no al José Antonio edulcorado y manipulado que durante 40 años nos presentó el régimen franquista, tampoco al tergiversado que cual muñeco de pin, pan, pun, se vienen echando en cara izquierda y derechas desde la transición hasta nuestros día. Cada vez que Félix cita al fundador de Falange se hace eco del José Antonio más revolucionario, más socialmente avanzado. Al José Antonio cuyos planteamientos y pensamiento, a penas desarrollado, sigue siendo plenamente vigente.
Aquí os dejamos con el artículo:
Juan Sánchez Calle es paisano y buen amigo mío. Es hijo de Juan Sánchez Dosado, el que fuera cartero oficial del lugar durante muchos años, amén de barbero, pegujalero y otro sinfín de oficios. Todo ayudaba, en años oscuros y difíciles, a criar y dar estudios a una prole de siete vástagos. Juan, mi amigo, que se entretiene como prejubilado (fue director de sucursal bancaria, no banquero) con sus vacas por los agrios y preciosos predios de “La Huerta de las Jerrumbres”, junto al río Alagón y por donde corren aguas minero-medicinales, me acaba de enviar un correo. Su contenido, salvando las distancias, cobra rabiosa actualidad: “Mientras la terrible crisis económica actual ha arruinado o está en camino de arruinar a los modestos productores, y la masa obrera sufre como nunca la pesadilla del paro, la cifra de los beneficios obtenidos por los beneficiarios del orden actual de cosas, los dueños de la Banca, es elevadísima”. Esas palabras las escribía José Antonio Primo de Rivera en noviembre de 1935; el José Antonio revolucionario, pisoteado y prostituido por la derecha franquista, la que apretó los gatillos en la retaguardia, camuflándose bajo la camisa azul, color del mono del obrero.
Pero no han salido a la calle el pasado 23-F todos los arruinados o en trance de ser arruinados. Por estas tierras del Oeste, en Badajoz, con más de 20.000 parados, solo alzaron sus voces alrededor de un millar; en Cáceres, con unas 12.000 personas de brazos caídos, los manifestantes pasaron, y no mucho, de los 2000; en Mérida, nuestra flamante capital autonómica, en cuyas listas hay 8000 desempleados, tan solo se desgañitaron 300, y en Plasencia, unos 600 (cinco millares en paro). Cuajó la marea contra la corrupción y los recortes en otros puntos, pero no en estas rayanas tierras con la frontera del corcho. Pues, ¡ojo!, que ya decía el pensador mexicano José Vasconcelos que “un pueblo que pierde la fuerza necesaria para sacudirse el yugo acaba por venerarlo”.
Cada día que pasa, somos más los sojuzgados por esa derecha pura y dura que malgobierna este país; esa derecha que, históricamente, ha preferido la injusticia al desorden en las calles. Por eso, a qué extrañar que Rajoy acuda, en el Debate del Estado de la Nación, a frases del mariscal francés Luis Hubert Gonzalve, conocido militante de antiguos movimientos fascistas. O que Salvador Victoria, portavoz del Gobierno regional del PP de Madrid, equipare a los manifestantes del pasado sábado con los golpistas del 23-F, acusándoles de “tomar las calles y deslegitimar las urnas”. ¡Ay de aquel fatídico 23-F, cuando intentaron sojuzgarnos una amalgama de espadones, de tricornios y de fachas rencorosos! Alguien dijo que “cuando Tejero entregó su arma reglamentaria, fue cuando el pueblo entregó su alma libertaria”. Y cierto es que determinada progresía comenzó, desde entonces, a bajarse los calzones y a arriar sus banderas. Fuerza moral no tienen ya sus sociales-democracias.
El filósofo estoico griego Epícteto se dirigía a los sojuzgados: “¿Quieres dejar de pertenecer al número de los esclavos? Rompe tus cadenas y desecha de ti todo temor y todo despecho”. José Antonio también dio en la diana: “La tarea urgente que tienen los productores es ésta: destruir el sistema liberal, acabando con las pandillas políticas y los tiburones de la Banca”. Y, ahora, que sigan desfogándose esos escualos de la derecha contra artistas y creadores. ¡Pan y circo para el pueblo! No aguantan que la intelectualidad, como siempre y en gran parte, se escore hacia la izquierda.