Los temas del territorio frágil y escaso, de la superpoblación de Canarias, de la inmigración legal o no, y de la destrucción de nuestro entorno se han puesto verdaderamente de moda en los tiempos que corren, y más ahora tras las elecciones autonómicas, a Cabildos Insulares y municipales.
A todo lo anterior se presentan algunas propuestas de solución, que se podrían resumir en el control más exhaustivo de nuestras fronteras (referida a los flujos inmigratorios) y la pretendida "moratoria turística (con referencia al territorio y a nuestro entorno).
Sin entrar en un amplio análisis sobre inmigración, está claro que es deseable un mejor control de los flujos que entran de forma ilegal, punto éste en el que se hace mayor hincapié, aunque todos sabemos que es un problema muy amplio que se extiende al ámbito mundial, cuyas causas coyunturales están basadas en un sistema injusto de relación entre las naciones y entre sus gentes, con un eje fundamental de insolidaridad-codicia-explotación.
Sin embargo, y hablando de inmigración, sí que se puede hacer algo en el terreno de las "entradas turísticas, sobre todo en los aeropuertos, de tal forma que quienes vienen como turistas permanezcan el tiempo previsto y no más, evitando que se sumen a los que pueden ser explotados como mano de obra sin situación legalizada. En este sentido he podido oír algo sobre una "policía turística a un político en un canal televisivo, y ciertamente no es algo descabellado, sino que podría ser objeto de consideración.
Pero sin duda la clave está en la consideración del territorio como muy limitado. A partir de ahí nos encontramos con proyectos como la "ley de residencia con una serie de consideraciones limitativas, pero, ¿es realmente una solución?. Desde mi punto de vista, y después de pensarlo, creo que no. No es ese el camino para solucionar el problema, porque sólo se quieren atajar las consecuencias, pero no las causas.
El verdadero problema está en la especulación inmobiliaria, y por tanto del suelo, al calor del crecimiento económico que propicia la construcción sin freno y el desmedido afán de seguir aumentando las camas turísticas, porque lo de la "moratoria es más una palabra que una realidad, porque no garantiza lo ideal, es decir, crecimiento CERO. En cuanto al suelo, mientras se sigan recalificando terrenos rústicos para convertirlos en "urbanos, y por lo tanto construir más casas y edificios, seguiremos atrayendo a más y más población, hasta que esta economía de paja se la lleve el viento.....
La única forma de controlar esto es hacer un plan de ordenación del territorio serio, y no los que se hacen ahora, que se rectifican continuamente para favorecer los intereses especuladores por todos conocidos. Y dentro de ese plan, el suelo público se ha de dedicar esencialmente para el interés general, que incluye una verdadera política de viviendas de protección oficial, viviendas que, como es lógico, irán a parar a quienes más tiempo llevan residiendo aquí, y evitando que se destine suelo para viviendas destinadas a segunda residencia o para nuevos residentes con alto poder adquisitivo.
En resumen, olvidémonos del crecimiento (factor macroeconómico), y basémonos en el desarrollo (factor de economía a escala humana).