Con ocasión de la convocatoria del Día sin Móvil, el Ministro de Industria, Joan Clos, afirmó que intentaría "refrenar al máximo el uso de su teléfono portátil, en señal de solidaridad con esa iniciativa.
El llamamiento lo habían hecho las asociaciones de consumidores en protesta por la subida de precios puesta en práctica por varias operadoras, que pretenderían así compensar los efectos de la imposición legal de la tarificación por segundos.
¿Se imaginan a la Ministra de Agricultura asistiendo a una tractorada o regalando tomates en la calle para protestar contra los bajos precios que los intermediarios imponen a los agricultores españoles? ¿Sería razonable que la Ministra de Educación secundara una huelga de profesores para protestar por la violencia en las aulas? ¿Qué les parecería haberse encontrado con Pérez Rubalcaba en las manifestaciones pidiendo que no se apliquen beneficios penitenciarios al asesino De Juana Chaos? Si los ministros estuvieran convencidos de la justicia de tales reivindicaciones, ¿no tendrían que hacer algo más, mucho más, que manifestarse o unirse a las protestas ciudadanas? De lo contrario, ¿no estarían usurpando el papel de la sociedad civil y haciendo dejación del que les corresponde como gobernantes?