Juan Fº Glez Tejada
Somos pocos los que nos acordamos a diario de esa desesperación que llama a las puertas de las españolísimas ciudades de Ceuta y Melilla.
Si pudiéramos ver en la cara del negro desesperado un reflejo de nuestra propia alma, negra por el olvido y por la insolidaridad, tal vez ese reflejo fuera un síntoma, un anuncio, una llamada de atención para despertar en nosotros el único RACISMO legitimo y legitimado para cometer todo un holocausto. Un holocausto cuyos artífices en lugar de ser condenados debieran ser elevados a los altares de la gloria y la alabanza social. Ese racismo que alimentado por nuestros valores de hermandad barriera de nuestros pueblos lo mas negro de nuestras almas, esa oscuridad que nos permite ser insensibles a las tragedias de los demás.