Recientemente el presidente del gobierno de Extremadura (ya no es Junta, y para ello, un mero cambio en la denominación, se gastó más de cinco millones de euros) se despachó ante los medios de comunicación con unas declaraciones sobre la regeneración política y una mejora de la democracia. Hablaba José Antonio Monago de de algo que a los falangistas nos suena muy bien, aunque sólo sea por lo repetido que tenemos y las décadas que llevamos demandando mayor transparencia, sentido común, responsabilidad e implicación de los políticos en el día a día de los ciudadanos. En definitiva más y mejor democracia. Pero democracia real, con mayúsculas, participativa en la que todos los ciudadanos seamos copartícipes y corresponsables de la marcha de nuestras instituciones y del conjunto de la sociedad. Por eso nos sonaban tan bien esas palabras de Monago en las que pedía listas abiertas, limitación de mandatos e incluso se descolgaba con elecciones primarias para elegir candidatos. Tras un primer momento de perplejidad, zozobra y hasta sorpresa llegamos a preguntarnos ¿se estaría convirtiendo Monago, miembro destacado del club del bipartidismo que tiene secuestrada a la democracia en nuestro país, en un verdadero demócrata? Hemos de reconocer que tanto la música como la letra de esa canción nos gustaban, pero pronto descubrimos que era un mero canto de sirenas. La letanía de listas abiertas, transparencia, limitación de mandatos, primarias y propuestas similares era entonada por el mandatario extremeño para desviar la atención respecto a otra canción latente, mucho más triste y que mes a mes va elevando el tono como es el incremento del desempleo en nuestra región, que alcanza ya la escalofriante cifra de 152.100 personas. El paro en Extremadura ha subido un 4,22% más en relación al mes anterior. Un porcentaje que duplica la media nacional. Si a ello añadimos la pérdida de 6986 afiliaciones a la Seguridad Social es panorama que se nos presenta en desolador.