La política española ha ido degenerando hasta llegar a un grado insoportable de indecencia, de olor irrespirable a intereses bastardos, de superposición de la propaganda a los hechos. Y tanto aquella como los hechos, los comprobamos empapados de irracionalidad y carentes de sentido común.
La ilusión democrática del Pueblo durante la Transición, junto a las acusaciones al Régimen Franquista de"opresor de la clase trabajadora", hicieron alumbrar esperanzas de un Estado Social y democrático al servicio de las Personas. Los destellos de frases en el texto de la Constitución sobre el derecho al Trabajo y a la Vivienda, encandilaron a un pueblo que se volcó en un nuevo proyecto colectivo que se presumía iba a ser de vida en común. Nadie explicó que esas frases estaban vacías de contenido normativo real, puesto que no pertenecían a la parte dispositiva del texto constitucional. Y sólo algunos explicaron, recibiendo insultos por ello, a qué nos conducía el dar carta de naturaleza política a quienes tienen como objetivo destruir el destino común de los españoles.
Hoy, 36 años después, el tiempo nos da una perspectiva y el presente nos aporta una realidad. Un contraste entre el presente y aquel pasado. Así podemos afirmar que se ha ido legislando en sentido inverso a la democracia y a los derechos sociales. Y la educación ha ido degenerando, en una espiral hacia la confusión y la defensa de los intereses mercantilistas que empobrece, en el aspecto humano, técnico y económico, a las PERSONAS.
Aquellas ilusiones se han tornado en HAMBRE, IMPOTENCIA, ABANDONO, AGRESIÓN y DICTADURA:
Hambre de las familias que han perdido sus trabajos y ven como al acabar de percibir las prestaciones por desempleo, dejan de existir para las sociedad que se ha creado, a pocos nos importa el hambre que sufren sus hijos y ellos mismos. Hambre a la que ni siquiera nos resignamos como pueblo en la posguerra, cuando las carencias eran absolutas. Y parece que hoy nos resignamos, ignoramos y toleramos, cuando aquella se produce entre la existencia de riqueza que podría evitarla y lo que es peor, un derroche público que la podría paliar.
Impotencia de ver como el PAN, la SALUD y la SANIDAD de los españoles, políticos desaprensivos de partidos de todos los colores, lejos de gobernar para sus ciudadanos, se llevan el dinero de nuestros impuestos a cuentas corrientes en paraísos fiscales, en otorgar puestos de trabajo públicos para los allegados, en jubilaciones fraudulentas para los suyos, en retiros millonarios y altos salarios de las fundaciones o empresas públicas. Cuando no, en obras innecesarias o/e inacabadas, con las comisiones correspondientes para los responsables de turno, diseñadas para las comisiones y la propaganda, y no para satisfacer las necesidades reales de los españoles.
Y sobretodo la impotencia de observar como las cosas podrían hacerse de otra forma pero la falta real de participación del pueblo en el gobierno de cada una de las estructuras políticas del Estado, dominada por una casta enrocada en la defensa de sus intereses y en autoprotegerse ante sus tropelías, hunde a las personas que sufren en el hastío.
Abandono total de la amplia estructura político administrativa del Estado y de las funciones que justifican su existencia. Se han puesto todos los mecanismos de su funcionamiento, más al servicio del mantenimiento de los intereses de las oligarquías políticas y económicas que a favor de las personas y de la creación de estructuras económicas y financieras que hagan mas fuerte, tanto a la justicia social como a la propia Nación, fuertes y con soberanía para poder afrontar los envites de los agresivos mercados financieros especulativos.
Agresión a los principios que vertebran la Libertad y la Integridad que forman parte de esa vida Digna a la que tienen derecho todas las Personas, no impedidas y dispuestas con su trabajo a hacerla posible, y a no vivir como convidados. Se ha despojado del Derecho al Trabajo a millones de compatriotas, se ha despojado de techo a cientos de miles de españoles, en muchos casos debido a las cláusulas abusivas y al sistema de regulación de las deudas a favor del sector financiero, al que sí se ha salido a rescatar en lugar de hacerlo con las personas, que con deudas muy pequeñas han perdido su patrimonio económico pero cuyo valor funcional es ínfimamente mayor que el económico para el desarrollo y crecimiento de personas y familias.
Dictadura porque la partidocracia, la falta de separación de poderes, la ausencia de contrapesos en los poderes del Estado, con organismos cuyos funcionamiento y composición les hace de hecho inexistentes. Falta el derecho de revocación del votante sobre el cargo público electo.
Por todo ello, podemos afirmar que si bien el paraíso no es posible, si lo es poner mayores dosis de Justicia, porque puede haber pan para más mesas, cuando de nuestra caja pública, de los frutos de nuestro trabajo, se roba, malgasta y malversa de forma evidente y diaria. Y que si es verdad que la democracia no es el sistema perfecto, lo que evidenciamos es la farsa de vendernos como tal lo que no es. Y se ha destruido un proyecto común de convivencia, un sentimiento de pertenencia a una Patria con un destino común, sabedores de que así se infringe un fuerte golpe que debilita cualquier proyecto que quiera defender el PAN, la Dignidad, y la Democracia.
Recuperar la UNIDAD de todos los españoles e igualarlos en derechos, es una herramienta básica para garantizar el pan, la dignidad y la participación de las personas en aquellas cosas que nos hacen verdaderamente libres.
Juan Francisco González Tejada