Días atrás la valenciana Consuelo Guerri, bioquímica investigadora del Centro de Investigación Príncipe Felipe de la capital de nuestra Comunidad, ha saltado a los medios de comunicación de toda España, al donar la totalidad de un premio de 25.000 euros, concedido en el extranjero por su labor investigadora, a un fondo destinado a mantener los becarios que forman parte de su equipo de científicos.
En realidad, no es la primera vez que esta mujer, destina parte de sus ingresos a los proyectos de investigación que desarrolla en Valencia. Honorarios de conferencias, o estudios realizados para la Unión Europea, han sido las fuentes que en anteriores ocasiones han contribuido a la auto-financiación de sus trabajos, vinculados al estudio de los efectos del alcohol sobre los fetos y los jóvenes adolescentes.
Gestos como el de esta investigadora la honran, tanto a nivel profesional, como especialmente, en su faceta humana, lejos del egoísmo imperante que reina en nuestra sociedad, y por ello destacamos su acción como ejemplo para todos los demás. Pero todo ello no oculta, si no al contrario, pone de relieve, la escasez de medios y presupuestos que la Comunidad Valenciana destina en su conjunto (medios públicos y privados) a la investigación, al I+D. La Comunidad Valenciana según los últimos datos disponibles, tiene un gasto interno en este capítulo del 7,70%, bastante lejos de otras regiones de España que deberían servirle de referencia (La Comunidad de Madrid tiene un gasto del 26,70 o Cataluña un 22,50, por ejemplo).
Lo que ocurre en nuestra región pone en evidencia algo que es extrapolable al resto de España, pues nuestro país en su conjunto, destina un 1,38 del PIB en I+D, por debajo de la mayoría de países de la Unión Europea, incluso inferior a la media de esta. Algo funciona mal en esta sociedad, cuando después de agotarse el modelo del ladrillo que ha afectado con especial virulencia a nuestra Comunidad, no somos capaces de ver que uno de los pilares fundamentales para construir una alternativa económica sostenible, y además contribuir a mejorar la vida de la población, debe basarse en la investigación y el desarrollo.
El gesto de la investigadora valenciana, la honra, es cierto, pero no debemos quedarnos en la anécdota por benéfica que sea esta, si no demandar a quienes nos gobiernan, aquí y en el resto de España, que olviden sus intereses políticos a corto plazo y piensen más en el futuro de las próximas generaciones de españoles. Que dejen la tijera de lado en este capítulo y vean claro que, aunque los frutos de sus acciones quizás no puedan ser recogidos en su propio beneficio, si lo serán por la ciudadanía de nuestro país, a la hora avanzar en un modelo de sociedad más justa y desarrollada, al margen de estrategias económicas guiadas por la especulación y el oportunismo partidista.