por Juan Francisco González
Mucha gente sigue sin entender que pintamos “cuatro gatos” presentándonos a unas elecciones. Para unos somos la resistencia de un nefasto fascismo, para otros la supervivencia del horror de una dictadura, para algunos la mala conciencia de lo que no supieron defender, para unos la coherencia que no soportaron sostener, para otros buscamos protagonismo. Somos para unos el equilibrio entre la izquierda y la derecha y para otros el camino recto que no se doblega; una esperanza, una conjugación de los valores trascendentes de la persona y su base material de la subsistencia, necesaria para la Dignidad integral del SER HUMANO.
Hasta ahora se ha reflexionado, y ha sido muy rentable señalar al enemigo social, en la fase PRODUCTIVA de la economía sobre la que se ha organizado la sociedad del bienestar. Así se ha señalado al Capitalismo como culpable de todos los males de nuestro tiempo y cuando se ha concretado esa culpabilidad, se ha demonizado al sector empresarial en general, incluso quedando más estigmatizado que los sectores más perniciosos del capitalismo como son los especuladores financieros.
Ante la celebración del Día del Trabajo por el sindicalismo oficialista y servil de intereses políticos tan inmorales como el capitalismo financiero, es preciso reflexionar y volver la vista a la PERSONA. Si lo hacemos, vemos que la necesidad más primaria es la alimentación, ese sustento material que es preciso satisfacer para hacer crecer esa profundidad que convierte a la PERSONA en un ser TRANSCENCENTE. Cuando volvemos a la esencia, a las necesidades de las personas, nos encontramos con que el trabajo ha de ser INDEFINIDO. En contra de lo que creemos, en contra de lo que se nos impone, el EXISTE TRABAJO PARA TODOS ¿Entonces, porqué hay tanto paro?