La población de derecho en España, según los datos que aparecen en la página web del Ministerio del Interior con ocasión de las últimas elecciones generales al Congreso de los Diputados, es de 42.717.064 personas. El censo electoral, según la misma fuente, fue para toda España de 34.571.831. Por su parte, el censo electoral para este referéndum, sólo en Cataluña, ascendía a 5.202.291 votantes.
El nuevo Estatuto de Autonomía de Cataluña será aprobado con 1.881.765 votos favorables, es decir:
- El 36,17 % del censo electoral catalán.
- El 5,44 % del censo electoral del Estado español.
- El 4,40 % de la población de derecho de nuestra nación.
Tan escaso apoyo, circunscrito en una espeluznante indiferencia por la celebración del referéndum y, consecuentemente, por el debate que nos ha mantenido ocupados durante los dos años largos de la legislatura del PSOE, viene a darnos la razón cuando hemos afirmado que este Estatuto es el Estatuto de los políticos y que éstos, ajenos a los verdaderos problemas que preocupan a la ciudadanía, han creado un problema y su posterior debate y supuesta resolución, con la maestría de los buenos prestidigitadores, que te hacen ver lo que ellos quieren, para que no veas como se realiza el truco.
El truco de esta función es que, con el 4,40 % de la población de España a favor, se han puesto las bases para que los españoles nunca más seamos iguales ante la Ley. Para que los españoles empecemos a vernos entre nosotros, un poco más, como extranjeros, en función de la región donde hayamos nacido o donde residamos.
El triunfo del egoísmo, contra el que, justo es reconocerlo, tampoco ha sabido o querido nadie luchar eficientemente, se plasma en un texto que consagrará las diferencias, hoy en el imaginario de los nacionalistas catalanes, desde CiU a ERC con escalas en el antaño internacionalismo de PSC-PSOE e IC-IU, pero que mañana empezarán a ser reales, a medida que las leyes nos hagan distintos a nuestros hermanos.
La burla a que nos sometemos todos cuando no participamos en política, cuando permitimos que la clase política haga y deshaga, sin nunca pedirle cuentas, va a convertirse en una amarga broma de mal gusto cuando ya la siguiente generación de españoles sepa que el proyecto de vida en común que es la patria, ni es común a todos los españoles, ni es proyecto compartido, ni tendrá como valor fundamental, ni la igualdad de oportunidades ni la igualdad de derechos, ni la mera igualdad ante las Leyes.
Y todo por 1.881.765 votos en un referéndum que jamás debió celebrarse, que permitirá que la parte decida sobre el todo, en un ejercicio de irresponsabilidad que todos lamentaremos prontamente.
Talio