Un nuevo tiempo se abre en la historia de España. Y esta vez los falangistas volvemos a tener una oportunidad de ponernos al día, es decir, conseguir que los ciudadanos nos acepten como una opción válida de futuro. Una opción de más y mejor democracia para todos los españoles, y una alternativa basada en valores sólidos como el derecho a la vida digna, al trabajo de calidad y a la participación real en las cosas que nos afectan en los ámbitos políticos y económicos. Esta y no otra es la esencia del la ideología nacionalsindicalista, por más que se empeñen en otra cosa propios y extraños.
Los falangistas perdimos el tren de la Transición. En lugar de abrir una nueva página en nuestra historia, nos enredaron en debates estériles sobre la esencia de la ideología. En lugar de posicionarse sin ambigüedades a favor de la democracia que se nos ofrecía, para desde ella intentar llevar a cabo nuestras propuestas y modelo de sociedad (como hicieron inteligentemente comunistas y socialistas), los dirigentes de entonces optaron por un purismo infértil y/o por aparecer ante la opinión pública como los últimos defensores de una dictadura que nunca fue el régimen del nacionalsindicalismo. Tremendo error que no se puede volver a repetir.
Ahora, que se abre un nuevo capitulo en la historia de España, volvemos a tener una oportunidad de oro. Otra vez una encrucijada: O nos mantenemos enrocados en los viejos debates sobre la esencia y la tormentosa existencia de Falange, o nos sumamos al carro de la libertad, reclamando un periodo constituyente que dé paso a un nuevo marco legal democrático desde el que proponer al pueblo español lo que se quiere hacer con España. Falange Autentica lleva ya más de una década rechazando debates sin fin, anticuados e inoperantes, actualizando y mejorando la doctrina de un nacionalsindicalismo comprometido con la democracia. Ahora es el momento de coger el tren.
Reformistas, revolucionarios y R-Evolucionarios
En el panorama político actual parece un hecho cierto que se abren paso nuevas propuestas que nacen ante el cada vez más débil bipartidismo. Ni el PP ni el PSOE consiguen ofrecer esperanza a nuestro pueblo. Afloran partidos con un marcado carácter reformista que buscan una regeneración de la vida política, partidos que quieren salvar el edificio haciendo una reforma en profundidad pero sin tocar la estructura. Son propuestas valiosas en mayor o menor medida. En cualquier caso, mejor ese “aire fresco” que lo viejo. Son propuestas que pretenden convertirse en el eje del sistema durante el nuevo tiempo que ya podemos denominar sin miedo a equivocarnos “La España de Felipe VI”. Muchos ya sueñan con un país renacido de las cenizas de la corrupción y de la crisis social y económica que nos ha asolado, un país que, bajo una nueva generación de políticos y con un nuevo monarca, reinicia su camino con lideres más jóvenes que apuntalen el viejo edificio..
Ingenuo o no, el caso es que esa es una opción tan legitima como otras. En el fondo es pensar que nuestro País se puede reconstruir sobre los mismos fundamentos que nos han llevado a donde estamos. Ojalá tuvieran suerte y lo consiguieran. Junto a ellos, en cualquier caso, caminarían los Pablo Iglesias de la izquierda tuitera. Hijos del viejo marxismo reformulado ahora en redes sociales y tertulias de televisión. Estos últimos vuelven a pecar, como sus padres comunistas, socialistas y anarquistas, de ser excesivamente parciales y olvidar aspectos esenciales en la vida del hombre como el amor por su país o su legítimo apego a valores de tipo espiritual. Además, muchas de sus recetas económicas confunden el igualitarismo con la justicia y han resultado ineficaces allí donde han sido ensayadas.
Sin embargo, entre la insuficiencia de la reforma y el sectarismo de la vieja revolución hay espacios todavía no explorados que marcan la nota justa que está demandando nuestro tiempo, el nuevo tiempo de una Segunda Transición.
El modelo de Estado de Falange Autentica
En este tiempo en el que la sociedad demanda nuevas formas de organizar la cosa pública, Falange Autentica ofrece a esta sociedad en crisis estructural nuestro esquema de democracia profunda en una República Presidencialista donde todos los españoles elijamos democráticamente a nuestro Jefe de Estado de manera libre, directa y secreta.
República con un Congreso de los Diputados elegido desde una libertad política sin cortapisas. Una auténtica democracia representativa donde las personas elijan en función de sus ideas a sus representantes, quitando poder a las estructuras parasitarias de los partidos. Diputados electos en distritos uninominales por un lado y en listas abiertas de partido en circunscripción nacional por otro, como mejor forma de reflejar la diversidad política del Pueblo español.
Una democracia garantizada por un Poder Judicial sin injerencias políticas que corrompe su independencia desvirtuando la democracia. Integrado por personas de merito que accedan a la carrera a través de procesos concursales públicos.
Y aspiramos a una democracia social y económica que acerque al trabajador y al emprendedor en la toma de decisiones y que aleje definitivamente de los centros de decisión al poder financiero y especulativo, a ese monstruo insaciable que como siempre se lleva todos los beneficios haciendo el mínimo esfuerzo. Una democracia que se instale también en el municipio, como primera célula política del ciudadano, en cuyo Ayuntamiento tiene que estar presente todo el tejido asociativo reflejando una autentica democracia municipal.
Proponemos al Pueblo español que las entidades asociativas de la Nación, de carácter territorial y profesional, tengan acomodo en una institución representativa que se pronuncie sobre cuestiones económicas, laborales y sociales. Un Consejo Económico y Social donde se sustancie nuestra querida aspiración de culminar el edificio del Estado con un órgano representativo donde confluyan, al más alto nivel, la vida social de personas, familias, municipios y empresas, unidades naturales de convivencia.
Lo podríamos proponer y lo propone Falange Auténtica. ¿Seremos capaces de que nos escuchen en este tiempo nuevo que puede ser constituyente?
Todo esto sería una auténtica revolución que en realidad es el mayor paso que podemos dar si cogemos los problemas de España y el mundo desde la raíz.
Más que una reforma y mejor que una revolución.
Es una evolución profunda y total hacia más y mejor democracia. Una R-Evolución, la nuestra, que pasa, en primer lugar, por enterrar definitivamente debates estériles y sumarnos al nuevo tiempo, pidiendo un nuevo marco legal y constitucional.